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Lu Han comienza con un lienzo en blanco, y tubos de pintura multicolor exprimidos en una paleta, y sus cejas fruncidas. Sumerge el pincel en la mancha rojiza, y después en la púrpura, verde, azul, negra. Esta parado de puntillas, ansioso, dejándose a sí mismo y a sus emociones desnudos por el bien del arte.

Deja la escuela y mantiene lejos a Sehun durante los momentos en los que trabaja en su pieza maestra. Lu Han disfruta la paz, que ocasionalmente se rompe por una nota alta en sus canciones de jazz. Disfruta la luz suave de la habitación y disfruta del calor. Le gusta la soledad, pero le gusta más la compañía de Sehun.

Le toma a Lu Han una semana terminar, aún cuando no está satisfecho con el producto final. Constantemente escapa del abrazo de Sehun para escabullirse en el ático, añadiendo algunos detalles aquí y allá. Sabe que Sehun no lo seguirá por que subir las escaleras requiere mucho esfuerzo y su energía estaba destinada a las actividades nocturnas, así que Lu Han disfruta de sus dos actividades favoritas- una en un lienzo y otra en su cama.

Sehun ha comenzado a quedarse dormido, con el calor corporal de Lu Han como compañía. Una mañana cuando Lu Han se despierta primero, besa la punta de la nariz de Sehun y dice. — Nunca te lleve al arroyo. Cuando mejores, iremos— Es una salvaje, e inestable esperanza, pero una a la que él se aferra, preocupado de que se pueda volver loco de otra manera.

Sehun se remueve, despertándose por las caricias de Lu Han. Se siente mejor en las mañanas. Es como si los síntomas se desvanecieran después de un periodo de descanso, y solo aparecieran en la tarde. Le gusta hablar con Lu han, inmóvil bajo las sabanas, con la respiración pesada.

—Estaba enojado antes de conocerte, —susurra. —No quería estar enfermo, no era justo.

—Sigue siendo injusto, —Lu Han murmura sobre la almohada. Por mucho que quiera dejar el mundo real durante esos momentos, Sehun lo jala de vuelta.

—Bueno. No hay nada que pueda hacer, así que solo lo acepte. Correr era la única cosa que me hacía sentir mejor, pero pienso-no, estoy seguro de que me ayudaste Lu Han. Con tu vocifero, los besos repentinos y tu extrañeza, y la sencilla manera en la que vez la vida. Dijiste que te hago feliz, pero tú me haces feliz a mi también.

«¿Que se supone que tenga que decir?» se pregunta Lu Han, cuando su corazón se siente tan pesado y sus manos demasiado ansiosas, cuando sabe, muy en el fondo, que el reloj sigue marcando la hora sin importar que.

—No estoy asustado de morir. Sé que es cursi y no creo que la gente lo diga en las comedias románticas, pero siempre estaré a tú lado. Me refiero a que, pienso que te seguiré viendo desde donde sea que vaya a estar. Tal vez me convierta en una estrella o algo. Tal vez viviré en ti.

El se regresa a dormir y Lu Han entrelaza sus dedos, atrayendo los nudillos de Sehun a sus labios. Hay un nudo en su garganta que no se quiere ir, pero por primera vez en un largo tiempo Lu Han piensa que, lo que sea que venga, va a estar bien después de todo.

Al día siguiente Sehun muere. Se va en el inicio de la tarde y seis horas después el teléfono de Lu Han suena, la voz de la mamá de Sehun se escucha temblorosa en la línea. Dice que él merecía ser el primero en saber por qué fue un buen amigo de su hijo. Dice que los músculos que le permitían respirar se paralizaron y no lo dejaron respirar más. Dice que el funeral será pronto y que Lu Han debería de ir para despedirse.

Lu Han cuelga, resbalando por la pared. En la oscuridad, en su ático con el olor de pintura fresca y el recuerdo del cuerpo de Sehun abrazando el suyo, Lu Han no sabe las suficientes palabras para expresar su desesperación. Piensa que necesita dibujar en orden para describir lo que siente, el dolor pulsando a través de sus latidos y emanando por sus venas y ahora se sacude, llorando, sollozando. Consume sus adentros mientras aguanta las nauseas en el suelo, hasta que sus dedos están pegajosos de lágrimas y su cabello de sudor.

La cabeza de Lu Han zumba con preguntas y recuerdos mientras tropieza a través de la habitación alcanzando sus herramientas, y el cuchillo en sus manos atrapa la luz que atraviesa por la ventana rota. Cuanto corta los suficientemente profundo tal vez sea capaz de pintar sus sentimientos con sangre. ¿Por qué tiene que vivir cuando Sehun ya no está? Él se robó su corazón y su mente. Si solo Sehun hubiera podido ser más fuerte. Si solo Lu Han hubiera sido más fuerte. Si nunca hubiera ido a la escuela esa mañana, nunca hubiera puesto sus ojos en la figura corriendo en la pista, nunca se hubiera permitido enamorarse.

Cuando el filo esta cerca de su muñeca, Lu Han se da cuenta de que no se arrepiente de nada.



Lienzos en Blanco 🌹HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora