Capitulo 4:

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Narra Ian:

Salí rápidamente de la casa de Allison no sin antes besarla en la frente. Sonreí cuando la ví cerrar los ojos al sentir mis labios sobre su piel. Me di la vuelta y me metí en el ascensor, despidiéndome de ella guiñándola un ojo. Ahí la dejé, apoyada en el marco de la puerta, llena de preguntas con las que me atosigará la próxima vez que me vea, lo sabía, como también sabía que me iba a arrepentir de lo que había hecho esta noche. La verdad es que besaba bien, pensé y sonreí al recordar lo que había ocurrido minutos antes. Puede que al fin y al cabo no me arrepienta de ello, no es que la chica sea fea y de su cuerpo, mejor no hablar, pensé. Tiene una silueta perfectamente marcada y por la que cualquier chico se volvería loco, no lo iba a negar, él era uno de ellos. Mis pensamientos fueron interrumpidos por la voz de una mujer, la reconocí al instante. No podía ser cierto, por favor, espero que me esté equivocando. Cerré los ojos con la esperanza de que no fuera ella, me di la vuelta y por desgracia, sí, si lo era.

-Ian -gritó refunfuñando mientras se acercaba a mí-

+¿Querías algo Teresa? -dije con impaciencia-

-¿Qué pasa contigo? Hace días que no me contestas a los WhatsApp -dijo enojada-

+Ya te dije que no quería seguir contigo, hemos roto -dije dándome la vuelta y dando por terminada la conversación-

-No me puedes dejar así Ian, yo te quiero y yo se que tu también a mi.

+Te equivocas, te QUERÍA -resalté esa última palabra-

-¿Dónde está todo lo que hemos vivido juntos? ¿Dónde están esos para siempre? ¿Se los llevó el viento? -dijo con las lágrimas apunto de salir de sus ojos-

+No, se los llevó el tiempo. No te quiero hacer daño, ya no siento lo mismo, ya nada es igual. Prefiero cortar por lo sano. -me sinceré-

-¿Y qué pasa con lo que yo quiera? -replicó-

+Una relación es de dos, no de uno, no seas egoísta...

Mi cara recibió un impacto que provocó que tornase mi rostro hacia un lado.

-Eres un cabrón.

Fue lo último que dijo mi ex-novia antes de salir corriendo para que no la viera llorar, o por lo menos eso supuse yo. Suspiré, las novias sólo dan problemas y preocupaciones, de soltero me va todo mucho mejor, pensé. Seguí caminando, ¿acaso ella creía que él no lo había pasado mal? ¿Por qué todas las mujeres pensaban que ellos eran unos insensibles a los que no les dolía aquello que les pasase a ellas? Sí, las lágrimas que no pude ver, pero que sabía que habían caído por el rostro de la muchacha, me sentaban como puñaladas en el pecho. Puede que la hubiese dejado, pero no por eso dejaba de sentir un gran aprecio y una pizca de amor hacia ella aunque se lo hubiera negado hacía unos segundos. Habíamos estado juntos durante seis largos meses. Al principio todo era perfecto, la felicidad inundaba nuestras vidas, pero desde que me enteré que se había besado con otro, todo había cambiado. Era incapaz de olvidar ese engaño, de verdad me había dolido. Aunque nadie lo supiera, mas que mi mejor amigo Jake, lo había pasado realmente mal. Es mas, ni siquiera sé como puedo seguir teniendo muebles en mi cuarto. En cuanto me enteré, arremetí toda mi rabia contra ellos, dejando graves heridas en mis nudillos, de los cuales comenzó a brotar sangre, además de que empezó a caer por mi rostro una gran cantidad de lágrimas, no por el dolor que me había causado golpear todo aquello que había visto, si no porque sentía un dolor en el pecho que no querría volver a experimentar nunca más. Cuando mi amigo llegó, estaba sentado en la cama, rodeado de cosas tiradas por todos lados, mirando por la ventana. Jake se limitó a sentarse junto a mi, dándome todo su apoyo de esa manera, porque muchas veces no se necesitan palabras, sólo se necesita la compañía de alguien que sepas que va a estar siempre a tu lado, pase lo que pase y que nunca te va a fallar o abandonar. Volví al presente, sin darme cuenta, al recordar esos momentos, había apoyado mi frente sobre la pared. Comencé a golpear mis nudillos contra ella, necesitaba quitarme la rabia que llevaba dentro, tenía que quitarme esa sensación de encima. Alguien puso su mano sobre mi hombro, provocando que me diera la vuelta rápidamente, para saber quien era esa persona. No la conocía de nada, era una joven de unos 20 años, con una melena dorada y larga, era de media estatura y delgada.

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