Capítulo 5:

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El despertador comenzó a sonar, Allison estiró su brazo para poder alcanzarlo y hacerle callar. Era imposible llegar a él sin tener que levantarse de la cama, pero la muchacha estaba tan perezosa que lo siguió intentando, cada vez acercándose más a la esquina de la cama. En un último intento, se estiró lo más que pudo, sin éxito, por lo que decidió levantarse para poder apagarlo y comenzar a prepararse para el instituto. Abrió el armario y se quedó observándolo mientras pensaba que se iba a poner. Se decantó por unos vaqueros básicos con un jersey negro y unas botas de ese mismo color con un tacón bajito ya que el complejo que tenía por ser alta la limitaba a un tacón prácticamente nulo. Lo colocó todo en la cama y se dirigió hacia el baño para tomar una corta ducha matutina, no sin antes hacerse un moño para no mojarse el pelo. Cuando acabó, se puso el albornoz y se fue hacia su habitación. Se vistió y miró el reloj, las 8:03, todavía tenía tiempo, pensó. Salió de su cuarto para ir a la cocina, donde comenzó a hacerse un desayuno que se basaba en unos simples cereales con leche pero que para ella que era típico quedarse sin tiempo para sentarse ya que siempre se dormía tras apagar el despertador, era un lujo del que no gozaba todos los días. Se levantó de su silla, limpió el tazón que había utilizado y lo colocó sobre un trapo para que se secase antes de meterlo en el armario donde estaba toda la vajilla. Volvió a su habitación de nuevo, escogió un gorro granate  y se lo puso junto con una parca. Se quedó unos segundos observándose en el espejo para darse el visto bueno antes de irse. Estaban a finales de noviembre, el invierno se acercaba y se notaba porque cada vez hacía más frío. Cogió la mochila y se dio cuenta que no la había preparado el día anterior. Maldijo en voz baja cuando miró el reloj y ya eran las 8:12, otro día que tendría que ir sola, pensó. Decidió que ya pediría los libros que la faltasen, la pereza ganó al deber. Dio una vuelta por las habitaciones mirando que todo estuviera en orden cuando divisó ropa de hombre colgada sobre la mampara de la ducha del baño de su hermano. Mierda, se la había olvidado que Ian ayer estuvo en su casa con ella. Se acercó para tocar la ropa para ver si seguía húmeda y sí, si lo estaba. Bueno, cuando se seque ya se lo entregaré, pensó ella. Salió corriendo de la casa para poder alcanzar en un corto tiempo a sus amigas que seguro ya habían empezado a andar en dirección al instituto. No se equivocaba, cuando llegó al punto de encuentro, ya no estaban, eran las 8:17, era típico en ellas que en cuanto ponía el reloj de sus móviles las 8:15, salieran disparadas para no llegar tarde.

Comenzó a andar rápido para poder reunirse cuanto antes con ellas y así fue, en apenas 5 minutos ya se encontraba a su lado. Ese día solo estaban Abigail y Sabrina, algo que le sorprendió ya que esta última no solía ser puntual tampoco. Era una situación un tanto incómoda ya que ninguna de las tres hablaba. Abigail iba cabizbaja, sólo levantó la vista cuando Allison llegó y fue cuando su amiga se dio cuenta de sus ojos cansados y con unas notable ojeras bajo ellos, consecuencia de haberse pasado toda la noche llorando y sin dormir. Mientras tanto, Sabrina la miraba confusa, era muy extraño ver tan decaída a Abi, así era como ella la llamaba. Sabía que podía parecer en algunas ocasiones un tanto distante, pero no era porque no tuviera empatía, simplemente no sabía como actuar en ciertas situaciones, como en la que se encontraba en esos momentos, pero estaba segura de que su otra amiga sabría las causas de la tristeza de la joven por lo que la cogió del brazo y la hizo andar más lento para que la muchacha no las escuchara.

-¿Que narices le pasa a...? -hizo un gesto con los ojos refiriéndose a Abigail-

Allison se quedó un rato pensando si debía decírselo o no. Realmente no tenía derecho de contarlo, esa decisión la debía tomar Abigail, no ella. Decidió que lo mejor era esperar a que su amiga tuviera el valor para hacerlo o la necesidad de compartirlo con ellos, aunque sabía que tarde o temprano se enterarían, más bien temprano que tarde ya que, en unas horas, estaba segura de que toda la ciudad estaría empapelada con carteles de "perro perdido" y la foto Boby.

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