《Existía un vacío en el pecho. Uno opresivo y asfixiante. Le asfixiaba el habla y el llanto, le mataba poco a poco.Y su lenta muerte no destrozaba su cuerpo; le destrozaba el pensamiento y el alma.
La putrefacción le lleno de envidia y rencor mezclados en un odio puro.
No tenía lo que los demás si, y nunca lo podría poseer. Y eso que le faltaba era la causa de su pesar. Y un día cayó, dejó de ser. Se consumió.》