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《Existía un vacío en el pecho. Uno opresivo y asfixiante. Le asfixiaba el habla y el llanto, le mataba poco a poco.

Y su lenta muerte no destrozaba su cuerpo; le destrozaba el pensamiento y el alma.

La putrefacción le lleno de envidia y rencor mezclados en un odio puro.

No tenía lo que los demás si, y nunca lo podría poseer. Y eso que le faltaba era la causa de su pesar. Y un día cayó, dejó de ser. Se consumió.》

Eterno resplandor de una mente sin recuerdos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora