Capítulo 16

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Estaba muda, no sabía que hacíamos los tres en ese cuarto. Muchos creen en las coincidencias, yo creo en el destino y sé que había una explicación para nuestro encuentro.
-Eh... Hola-dije dudosa.
-hola- me respondieron a coro.
-¿Que hacen por aquí?
- Nada, tuvimos un accidente pequeño pero ya estamos bien.
- ¿Ustedes... se conocen?
- Si, es mi primo -junte todo mi valor y lo dije. Solo quedaba esperar.
Mire su expresión, sus ojos cambiaron en un segundo, su mirada no era la misma. Ya nada iba a ser como antes. Todo mi esfuerzo sería en vano. Todos mis sueños con ella se vieron destruidos.
-¿De donde se conocen?- pregunto Walter, sin saber que desataría una tormenta.
Nos miramos a los ojos durante unos segundos, teníamos que decidir lo que íbamos a decir, estaba segura que las dos queríamos omitir una parte.
-Nos conocimos en la convención- dijo Renata mirando a Isa fijamente a los ojos, intentaba recordar cada gesto, cada parte de su cuerpo.
-Que coincidencia- dijo con un poco de sarcasmo en su voz.
-Isa, un placer verte, ojala volvamos a coincidir; prima, voy a buscar el auto así nos vamos.
Y dándole dos besos en las mejillas se fue, dejando a las chicas con su problema, estaba seguro que había causado el suficiente alboroto para lograr que ellas se distancien.
Pensó en quedarse escuchando detrás de la puerta, pero las señoras que estaban ahí lo miraron mal; después de todo seguía siendo un hospital.
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No podía moverme, mi mente le pedía a mi cuerpo que se moviera pero no obtenía respuesta.
Necesitaba entender lo ocurrido.
Necesitaba hacerle preguntas.
Necesitaba un abrazo.
En fin, necesitaba muchas cosas y mi cuerpo estaba paralizado.
Miré sus ojos, no sabía que buscaba en ellos, pero estoy segura de que no lo encontré.
Mi cuerpo al fin se movió pero no de la manera que me hubiese gustado, últimamente mi cuerpo y mente no coordinaban muy bien.  Yo quería correr y mi cuerpo corrió pero no lejos de esa habitación como deseaba, corrió a sus brazos, sí, corrí a abrazarla, soy una inútil.
-Me das lástima, corriendo a sus brazos, madura niña.
- No te tengo miedo.
- Quizás deberías tenerlo.
- No me puedes hacer daño, eres...
- ¿Estas bien?
- Sí, todo bien. Me tengo que ir.
- Adiós, nos vemos pronto.
Mi cabeza no paraba de dar vueltas una y otra vez a lo mismo, ERAN PRIMOS. Miles de preguntas rondaron por mi mente, preguntas que no iban a quedar sin respuestas. Hablaré con ella y será muy pronto, pero tengo que ser sutil con mis preguntas, no quiero tener que contarle las cosas que no sepa.

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