Cinco

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— ¡Sei!—gritó Kouki agarrándose de las cortinas fuertemente. Sus pies intentaba aferrarse a la tela para que así pueda trepar y llegar a una altura suficiente como para que el gato, que estaba maullando fastidiosamente, no lo atrapase— ¡Sei!

Mientras el corazón de Kouki se aceleraba cada vez más del miedo, Seijuurou estaba a punto de llegar a la habitación de su madre, como todos los días, para visitar al pequeño castaño. Esa vez llevaba consigo una bandeja de galletas y leche, teniendo en mente compartirlas con Kouki.

Seijuurou frunció el ceño al notar que la puerta estaba entreabierta.

— ¡Vete, por favor!—gritó Kouki— ¡Sei!

El pelirrojo rápidamente ingresó a la habitación con la intención de saber el porqué del grito pero la respuesta le llegó enseguida al ver como el gato de la familia se encontraba rasguñando las cortinas de la ventana, en la cual Kouki se hallaba débilmente aferrado.

— ¡Soma!—la voz potente y firme de Seijuurou se oyó en toda la habitación ocasionando que el gato se volteara a gruñirle— ¡Afuera!

El gato se erizó.

— ¡Afuera!—esta vez el pelirrojo dio unos pasos mirando fijamente al animal. Pasaron dos segundos para que el gato saliera de la habitación con un aire de resentimiento y frustración.

Seijuurou suspiró pesadamente. Soma era un gato gruñón y viejo que estaba en la familia desde que él tenía tres años. No es que no lo había educado, de hecho lo hizo muchas veces pero el gato seguía siendo un peligro para el orden.

— ¿Estás bien, Kouki?—preguntó el pelirrojo dejando la bandeja en la mesita de noche. Cerró la puerta, asegurándose de que el animal no vuelva a entrar, y se acercó hacia el pequeño. Sus manos alzaron las telas hasta el porte de su rostro, acto seguido agarró al castaño por la cadera para trasladarlo, sano y salvo, sobre la mesita de noche.

El pequeño se calmó. El gato se había ido gracias a Seijuurou. Pestañeó un poco y pasó las manos sobre sus ojos. Se sentía tranquilo y a la vez avergonzado. Tan solo pensar como el pelirrojo lo agarró de una forma delicada para alejarlo de las cortinas a las que se hallaba sujetado le causaba eso: Vergüenza y un extraño sentimiento.

—Estoy bien—habló Kouki mirando de reojo la puerta—Gracias, Sei.

El pelirrojo asintió—Soma no volverá—Kouki se asombró al notar como Seijuurou había notado su preocupación. —Dime, ¿Cómo entró?

—La ventana estaba entreabierta—explicó el castaño—Al parecer entró con ganas de...él me vio.

— ¿Podrías explicarte mejor, Kouki?—pidió—Sé que estabas con miedo pero no te entenderé si no me explicas que pasó exactamente.

Furihata asintió juntando sus manos. Debía calmarse, tal y como le dijo Seijuurou—Soma entró por la ventana, al parecer estaba entreabierta. Cuando me di cuenta de ello estaba viendo unas fotografías—El castaño tembló un poco—Pensé que me comería...

—Los gatos prefieren comer algo comestible, Kouki.

—Lo sé, pero me persiguió por toda la habitación. Hubo un momento en el cual me cansé y ahí es cuando intenté trepar la cortina para...

— ¿Querías salir afuera?

Furihata asintió apenado.

Akashi lo miró fijamente. Si él hubiera llegado tarde aquel pequeño se habría escapado. Aquello era inconcebible. No le podía permitir huir y dejarlo.

— ¿Pasa algo, Sei?—Kouki se angustió al ver el rostro del pelirrojo. Era como si estuviese en shock al descubrir algo que, quizás, era nuevo para él.

Las manos de Akashi se dirigieron hacia la bandeja y sirvieron un poco de leche sobre un envase pequeño. Kouki miró aquella acción totalmente confundido. Seijuurou estaba actuando extraño.

—He traído esto con la idea de compartirlo contigo, Kouki—Seijuurou empujó un poco el pequeño envase hacia el castaño— ¿Deseas?

— ¡C-Claro!—Furihata asintió repetidas veces antes de acercarse a tomar lo que le correspondía.

Seijuurou lo observó con un sentimiento de paz.

Kouki sonrió cuando probó un pedacito de galleta.

Seijuurou sintió un toque tibio y travieso en su corazón, casi igual al roce de una daga llena de experiencias nuevas. Intentando distraerse, cogió su taza de leche y se sentó en el sofá de su madre. Miró hacia la ventana y cerró sus ojos por un instante.

"Por poco y caigo en pánico al pensar que Kouki se alejaría de mi lado. ¿Qué hubiera pasado si Soma llegaba a atraparlo? ¿Y si Kouki huía?", pensó Akashi algo, o muy, preocupado.

—Gracias, Sei—El castaño interrumpió los pensamientos del más alto con aquellas palabras y una sonrisa encantadora. Pequeñas migajas de galleta rodeaban las mejillas de Kouki, quien rápidamente se las limpió.

Akashi apretó la aza de su taza y Kouki volvió a comer sin esperar una respuesta del pelirrojo.

Seijuurou pensó que, tal vez, estaba empezando a caer en hueco muy profundo y lleno de un sentimiento totalmente desconocido.



Little doll |AkaFuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora