J-Hope

1K 58 2
                                    

Lo había decidido. Hoy era el día. No había vuelta atrás, lo había pensado mucho y tenía claro que no iba a arrepentirme. Llevaba meses pensando en este día y lo tenía todo planeado, nada podía salir mal. Los chicos me habían ayudado a decidirme, me hicieron pensarlo muy bien todo, y cuando me hube decidido estuvieron muy contentos de ayudarme.

Fui a buscarla a su trabajo. Hoy tenía una especie de fiesta interna de la que saldría en unos minutos, y no esperaba encontrarme esperándola en la puerta. Ahí empezaría mi sorpresa, y duraría toda la noche. Solo esperaba que nada saliera mal.

Oí su risa antes de verla. Salía con unas compañeras riendo mientras comentaban algo que les había sucedido en la fiesta. Llevaba una chaqueta larga que ocultaba el vestido rojo que le había visto ponerse esta mañana. Un gorro de navidad ocultaba su preciosa melena negra y aún tenía la bufanda en la mano para ponérsela más tarde. Su mirada se posó en mi y una sonrisa radiante surcó su rostro. Se despidió de las chicas y vino hacía mi, la rodeé con mis brazos y la atraje hacía mi dándole un suave beso en los labios.

–¿Qué haces aquí? –me preguntó sin dejar de sonreír.

–He venido a buscarte para ir a cenar juntos por Navidad –le quité con cuidado el gorro de Navidad y le peiné el pelo con mis dedos–. Tengo una reserva en aquel restaurante que tanto te gusta.

–¿De verdad?

–¡Por supuesto! Todo por mi chica –le di otro suave beso.

Cogí su bufanda y se la puse alrededor del cuello, para después colocarme yo el gorro de Navidad que antes le había quitado. Ella rió y me cogió la mano que le ofrecía para ir caminando hasta el restaurante que le había mencionado antes.

Fuimos hablando todo el camino. Ella me contaba como había ido su día en la empresa, como había comenzado la fiesta y lo que habían hecho. Me encantaba oírla hablar sobre las cosas que le emocionaban porque lo reflejaba todo en su tono de voz, y en el dulce brillo de sus ojos.

Llegamos al restaurante y no tuvimos que esperar para sentarnos, ya que había pedido la reserva desde hace unas dos semanas para que no hubiera problemas con la cena. No quería que nada saliera mal, quería hacer feliz a mi chica y cenar en su lugar favorito era el comienzo de la noche. Me comporté como todo un caballero cogiendo su chaqueta y apartando su asiento en la mesa, mientras ella no dejaba de mirarme con una sonrisa permanente en su cara. Por esa mirada haría cualquier cosa en este mundo.

La cena transcurrió sin ningún altercado digno de mención. Disfrutamos de la tranquilidad de comer juntos mientras nos contábamos como había ido el día u organizábamos lo que estaríamos haciendo los siguientes días de fiesta. Ella quería ir a ver a su familia la próxima semana y me pedía que la acompañara, pero mi agenda era un tanto complicada en estas fechas, así que no sabía si podría asistir.

Su sonrisa se desvaneció momentáneamente cuando le recordé que en unos días seguramente tendría que viajar por el país y no podría quedarme con ella. Sabía que aceptaba mi trabajo, pero también que la entristecía no estar conmigo todo el tiempo que quisiera. Hice una broma que consiguió sacarle esa sonrisa que tanto adoraba de nuevo.

–¿Prefieres tomar el postre aquí o vamos a otro sitio? –pregunté cogiendo dulcemente su mano.

–Hay una cafetería dos calles más abajo que tiene una tarta riquísima, fui el otro día con las chicas y me gustaría que la probaras.

–Pues vamos allí.

Pagué la cuenta y nos encaminamos hacía la cafetería que ella había mencionado. Tenía las manos frías por las bajas temperaturas que estaban haciendo ese año, así que mientras paseábamos intenté calentárselas frotándolas con las mías o utilizando el aire caliente que salía de mi boca.

Feliz Navidad [BTS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora