Jungkook

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Regalos de Navidad. Bueno los regalos en sí me cuestan mucho hacerlos. Siempre creo que son insuficientes o que no se identifican con la persona a la que voy a regalar, pero en esta ocasión trabajé duro en poder hacer unos regalos de los que me sintiera orgullosos para ella. Sobretodo tenía un regalo que para mi era especial, y que esperaba que para ella fuera igual de especial.

Hoy íbamos a quedar para intercambiar regalos de navidad por lo que había pensado que podríamos, también, preparar una tarta entre los dos. Ella aún no lo sabía, pero sabía que la idea le iba a gustar porque solía hacer mucha repostería. Había buscado una receta y compré todos los ingredientes que necesitaríamos para hacerla.

Llegué a su casa, que compartía con unos compañeros de universidad –estaba ya en su último año–, me bajé del coche y fui a tocar su puerta. Oí ruidos dentro de la casa y al poco me abrió la puerta una de sus compañeras. Me miró de abajo a arriba con una sonrisa picarona y una mirada como si fuera a comerme hasta con ropa.

–Es tu novio –gritó hacía el interior de la casa–. Pasa. Está en el salón.

–Gracias –saludé–. Con permiso.

Me quité los zapatos como costumbre y caminé hacía el salón. Había estado el número de veces suficientes en esa casa para saber donde estaba cada habitación. Sentía los ojos de su compañera de piso en mi culo, pero no me giré para comprobarlo. Cuando llegué a la estancia ella estaba sentada en el suelo terminando de poner un lazo en un paquete envuelto a la perfección. Recordé lo que me había costado empaquetar los míos y me dio vergüenza de que ella los viera.

Llevaba un precioso pijama rosado suave de gatitos, el pelo recogido y sus gafas estaban en equilibrio en su pequeña nariz. No se había percatado de mi presencia por lo que cuando se levanto –dejándome ver la preciosa curva de su culo– y se giró hacía la puerta, donde me encontraba mirándola, se sorprendió y el paquete que tenía en las manos se le cayó.

Me acerqué a donde estaba y cogí el paquete que se había caído, ella me miraba desde arriba aún sorprendida. Me levanté despacio disfrutando de como ella iba moviendo la cabeza para seguir mirándome a los ojos.

–Hola preciosa.

Sonreí por su reacción, me acerqué a ella y la rodeé con el brazo que tenía libre dándole un suave y pequeño beso en los labios. Sus manitas agarraron mi chaqueta y no dejó que me alejara alargando el beso que le había dado.

–No te esperaba aquí hasta dentro de una hora o dos –dijo separando sus labios de los míos.

–Hemos salido antes de la empresa y no podía esperar a verte –sonreí colocándole bien las gafas–. Así que ve a vestirte que tenemos cosas que hacer.

–¿Qué vamos a hacer? –preguntó interesada.

–Ya lo verás cuando lleguemos a mi casa.

Me quitó suavemente el regalo de las manos, me dio un rápido beso y salió corriendo hacía su habitación para prepararse. Me acomodé en uno de los sofás del salón mientras esperaba a que ella estuviera lista, y para no aburrirme fui repasando lo que tenía que hacer y decir. Estaba obsesionado con este día y con lo especial que era uno de mis regalos para ella.

Su compañera de piso no volvió a aparecer por mi vista, pero oía ruidos por el resto de la casa, incluso como fue a dar con mi niña y estuvo hablando con ella en susurros. Al poco apareció ella vestida con unos vaqueros ajustados, un suéter de lana con un muñeco el cual su nariz tenía un pompón –del cual sobresalía por la parte inferior la camiseta blanca que llevaba debajo–, unas botas, su bolso y una bolsa con regalos.

Feliz Navidad [BTS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora