Parte dos.

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"Hombre, vaya embrollo con ese chico"

Saitama apartó de su vista el manga que estaba leyendo. Genos llevaba dos días fuera de casa desde el último incidente.
No era alguien que se inmiscuyera en la vida personal de otros, pero vamos! que el rubio realmente estaba poniéndose raro.
Pesadillas, caídas desde la altura, fallas de sistema. El podía parecer despistado, desinteresado e incluso estúpido, pero lo que su aprendiz no sabía era que frente a él se volvía tan transparente como un manantial. Mentirle no serviría de nada.

"Lo que está sucediendo es algo que no puedo sencillamente resumir en veinte palabras o menos como usted desea"

Qué cosa podría llevar tanto tiempo de explicar? Recordó la expresión del menor cuando le preguntó qué estaba pasando. En aquellos refulgentes crisoberilos veía su reflejo y entintados de forma oculta, halló miedo y preocupación. Era como si le dijera silenciosamente "Quiero contartelo pero no lo entenderás". Al diablo con abreviarlo, si el inconveniente de Genos hacía decaer así su semblante debía escucharlo. Después de todo, por encima de su relación maestro-discipulo, lo consideraba un compañero sumamente valioso en su vida. No podía pagar bien por mal cuando el otro había demostrado lealtad con su propia vida más de una vez.
Salió del departamento, encaminandose hacia el laboratorio del doctor cabeza de hongo, mientras tanto prepararía su mente para recibir información inofensiva o muy grave. Listo para lo que fuera. Fue entonces cuando detuvo sus pasos en seco, rascándose la nuca dubitativo.

- Vaya, cerré la puerta o no? - regresó a su apartamento para asegurarse.
Un escalofrío recorrió su espina dorsal de un momento a otro.
Sobresaltado, se giró bruscamente ciento ochenta grados asomándose a la calle. No había nada fuera de lo habitual - Qué raro, me pareció sentir una presencia muy fuerte... debió ser mi imaginación

◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇

- Genos...

Ese era el universo alternativo más tranquilo en el que había estado. No oía gritos, no tenía miedo ni sus ojos sufrían siendo testigos de alguna pérdida. Qué pena, era porque 'él' no había puesto un pie en ese lugar aún.

El viento, fría y ruda caricia en la cumbre de esa montaña, alborotaba su cabello apaciguando los temores de su corazón.
La mano que se deslizó gentilmente alrededor de su cintura fue el disparador a un sin fin de sensaciones dentro de su cuerpo. Estalló y se entregó a sus impulsos y deseos ante el sonido de su voz.
La ley de gravitación se manifestó en la fuerza rebosante de sus cuerpos atraídos el uno por el otro, al sentirse gustosamente obligados a chocar miradas y fundir sus labios en un ardiente y demandante beso. A abrazarse como si quisieran volverse uno, para acabar de llenar el vacío que sus almas habían padecido hasta el momento de conocerse.

Era su sueño hecho realidad. Cómo desaprovecharlo? Desperdiciar el escrutinio de aquellos imponentes ónices sobre su cuerpo sería un crimen.
A cada suspiro que esos toques le arrancaron agradeció estar con vida. Sobre las manos que le desnudaban depositó mil veces su plegaria: "Que siempre pueda permanecer a tu lado".
Porque no creía en fantasías ni deidades invisibles, solo en ese hombre cuyas palabras y hechos eran dignos de seguir hasta el fin de la tierra.
Le permitió absorber su fuerza, tomar su vida y su libertad, hacerse dueño de su castidad. Bajo una ola de confesiones y besos empapados de lágrimas selló su gran anhelo y petición.
"Por favor, te ruego que siempre pueda estar junto a ti".

Qué frustrante era despertar y saberse con las manos completamente vacías. Dolía demasiado.
Fue sorprendente descubrir que existía un mundo en el cual seguía siendo humano e impresionante el hecho de que allí, su sensei y él fueran una pareja.
Bello pero devastador. Sentía tantos celos y envidia hacia su otro yo que no podía evitar sentirse avergonzado de sí mismo.
Se incorporó hasta quedar sentado desconectando todos los cables ligados a su torso y rozó su mejilla con los dedos, suspirando ante el recuerdo de aquel sedoso cosquilleo de los cabellos azabache en su rostro.
"Esto se está saliendo de control". Frunció los labios y se rodeó a sí mismo con ambos brazos, abrumado por sus propios sentimientos. "Sensei..".

El amor en tres simples palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora