Mantener el ritmo de la pelea era duro. Se sentía haber regresado a sus días de entrenamiento, en los que el cansancio y el dolor parecían querer embargar sus sentidos.
《 La verdadera fuerza del ser humano, está en su capacidad de cambiarse a sí mismo. 》
Creía en esas palabras, de otro modo no las habría dicho jamás. Él era la prueba viviente de que las personas tenían mucho más poder del que podían imaginar, aunque no fuera sencillo obtenerlo.
Saitama pensaba que su ridícula fuerza no podía aumentar más, que había alcanzado el tope y el fin del camino era ese. Pero ver a su otro yo, mucho más vigoroso y ágil que él dándole una paliza, le recordó las palabras una vez empleadas para alentar a su discípulo cuando estaba en sus días malos.
《 La única persona que puede interponerse en tus metas y todo lo que quieras lograr en esta vida eres tú mismo, Genos. Así es contigo, conmigo. Así es con todo el mundo. 》
En ese momento sus propias enseñanzas lo ponían a prueba, esperando ser aplicadas con el mismo fervor que las dijo.
Y no tenía más opción que hacerlo. Porque se sentía responsable. Sentía culpa, inquietud. Su ausencia le provocaba una soledad que le calaba hasta los huesos y por ello se recriminaba, que si no fuera tan débil no le habrían arrebatado a Genos de su lado. ¿El más fuerte del mundo? Tonterías. Por pensar de esa forma tan ingenua, existía la gigantesca probabilidad de que su alumno hubiera muerto y esa última palabra hacía demasiados estragos en su interior. Aún sintiendo remordimiento mataría a ese desgraciado, lo golpearía hasta pulverizarlo. Ese deseo era lo que le incitaba a una vez más, romper su limitador si es que todavía tenía alguno por mínimo que fuera.
Su pecho se contrajo al oír un singular zumbido en el cielo. Nada ni nadie sonaba de esa misma forma y rápidamente bloqueó el golpe de su contrincante, elevando sus ojos para buscar la fuente del sonido. ¿Podría ser...?
Se oyó el crepitar del asfalto a unos pasos de ellos. Un cuerpo esbelto y brillante emergió, rompiendo la barrera de tierra formada alrededor por su aterrizaje. El suave ronroneo llenó sus oídos y la pelea quedó momentáneamente suspendida.
- Saitama-sensei
El alivio que sintió por breves segundos se transformó en confusión al contemplar el aspecto de ese cyborg. ¿Era Genos?
Se veía como su discípulo, pero no estaba seguro. Habían manchas negras esparcidas como lluvia en su cabello, su cuerpo metálico difería del diseño que tenía antes de ser raptado y tanto sus ojos como su voz eran fríos, muy distantes. Era él, pero no lo era.Los orbes negros del lampiño se deslizaron hacia la mano derecha del blondo. "Mierda" tenía a Mumen aferrado del cabello, lleno de polvo, hematomas y sangre, con una grave herida en el estómago de dudosa recuperación.
El rubial lo miró, luego a su contraparte villana. Escaneó a uno y otro cuidadosamente para terminar dirigiendo sus ojos ambarinos al malvado.- Usuario original bloqueado. ¿Confirma archivo GenosD.CO.2?
"¿De qué está hablando?" Saitama se extrañó por el inusitado comportamiento de máquina en el más joven.
Saitama negro respondió de forma positiva a la pregunta del cyborg. El segundo, dejó caer sus párpados pesadamente por un momento, mostrándose de matices anaranjados y rojos al abrirse nuevamente.Esperen. Él ya había visto eso antes. ¿Dónde?¿Cuándo?
Rápidamente revolvió en sus memorias y tuvo un difuso recuerdo de esos ojos. Claro. Una vez había llevado a Genos con el doc por algo así, pero obtener los detalles referentes a aquella ocasión era tan inútil como levantar arena con las manos abiertas. Con un demonio, por desinteresado lo olvidó.
ESTÁS LEYENDO
El amor en tres simples palabras
FanfictionSobre la ciudad se cernía una nube cúmulus inmensa e inusualmente obscura. Aquel monstruoso tornado centelleaba por los rayos que se retorcían en torno a él; estaba seguro de que cualquier ser con vida que tragase moriría en el instante de la forma...