1. Veintidos Tragos

Trago 15

Me encuentro en un banco de madera, en frente de un oscuro lago inamovible.

A mi lado descansa lo que queda de cerveza.

En mi mano, hay una brillante piedra transparente que tomé del suelo. Es alargada, filosa y hasta me sale sangre en un pequeño corte que me causó en la piel. La observó más detenidamente, con mi cabeza palpitando y me doy cuenta de que puedo ver mi reflejo a través de ella. Nunca vi algo igual.

Mi rostro se ve demacrado y algunas arrugas en mi frente denotan que ya no soy el niño de 18 años que era antes.

La lanzo al río con fuerzas pero por alguna razón la hermosa y rara piedra no llega para nada lejos. Aunque alcanza el agua y se rompe en pedazos.

Creo que era una piedra frágil después de todo, escondiéndose debajo de su belleza y brillo para engañar a los demás. Una piedra compleja, por qué había que manejarla con cuidado para no salir herido y sangrando.

Pero lo más importante, era transparente y podías ver todo reflejado en ella, solo que las personas por más de ver el defecto ahí, por más de tener la verdad en las manos, no son capaces de asumirla. Prefieren ver el esplendor y no la opacidad que se esconde en el fondo. Y ahí está el problema ¿no crees? Somos ciegos, el amor es ciego, te sofoca con su luz y te entorpece. El amor es como esa piedra, tan delicado y peligroso pero hermoso y tentador, capaz de desmoronarse en millones de pedazos con un mal movimiento.

Agarro mi vaso, que parece estar hecho del mismo material y abro espacio para que el líquido queme mi garganta.

-Por... Por. -De repente, me doy cuenta de que no sé por qué brindar-. Por... la ruptura de nuestra unión y por cada uno de los fragmentos que quedaron incrustados en mi pecho -digo al fin.

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Si llegaste hasta aquí, te quiero :3 ♥