—¿Qué estás maquinando en esa cabecita psicópata tuya? —pregunta Hannah, mi prima, acostada en mi cama individual, envuelta en las sábanas negras como mi alma.
Hannah es mi única prima y, por ende, mi favorita. Bueno, en realidad es la única amiga que me queda también, porque las demás se fueron con Adela, la nerd que me robó el trono de la popularidad. Debería buscar un apodo más corto para ella.
Hannah siempre ha estado conmigo, me apoya incondicionalmente, aunque a veces me mire con cara de pena. Es mi mejor amiga, la única que no me traicionó y que no lo hará.
—Ya lo sabes —digo con obviedad, no me gusta repetir las cosas. Bueno, sí me gusta, pero solo cuando se trata de insultar a Adela—. Vengarme. —Me remuevo un poco en el puff negro de mi habitación, que combina con mi ropa, mi maquillaje y mi estado de ánimo.
—Ya sé, pero ¿no hay nada en el mundo que te haga cambiar de opinión? —dice, poniendo cara de gato con botas. Es una táctica que usa desde que éramos pequeñas, pero ya no me funciona.
—Ni un Hershey los salvaría de mi venganza —afirmo, mencionando una marca de chocolate que me encanta. Bueno, en realidad me gusta cualquier chocolate, pero el Hershey suena más sofisticado.
—¿Ni por Oreos? —pregunta, sabiendo que los Oreos son mi debilidad. Y también los Doritos, y las Pringles, y los caramelos rellenos. Pero eso no viene al caso.
—Tampoco soy de hierro —respondo, alzando mis manos en forma de rendición—, pero de que me voy a vengar, me voy a vengar. Por cierto, tú me vas a ayudar. —Hannah se señala a sí misma y articula un «¿Yo?», pero no genera voz.
—¿Pero? ¿Por qué? —pregunta incómoda, ya que ella no está acostumbrada a las venganzas, ni al odio, ni a ningún sentimiento negativo. Ella es todo amor y paz, como una hippie.
—Porque sí —digo con simpleza.
—Eso no me basta —dice, alzando una de sus castañas cejas.
—Está bien, déjame usar un tono de voz más fuerte y palabras más bruscas —respondo con tranquilidad y cierto tono de frialdad, esos son mis tonos de voz habituales—. ¡Porque yo lo digo! —exclamo.
—Cuéntame tu plan —dice cediendo, después de un bufido.
—Necesito que te infiltres con el enemigo —de inmediato hace un gesto de asco.
—¿Me vas a usar como Freddy usa a Shaggy en Scooby Doo? —pregunta con indignación.
—Solo un poco —le digo con una sonrisa inocente.
—Ni soñando, ¿y si se me pega algo? —me pregunta con horror, acercándose a mí y sentándose en otro blanco puff.
—Si no se te ha pegado lo desgraciada de mí todavía, es porque eres inmune —digo naturalmente—. Además, son unos segundos nada más; solo tienes que asegurarte de que mastique esto —entrego un Bubbaloo rojo— y para que no sospeche la trampa, tú mastica este otro —le entrego un Bubbaloo, pero esta vez rosa—. ¿Entendido?
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Misión: Venganza
Short StoryAdela Woodman, quien era la marginada de la escuela secundaria W.P. McLean, se ha convertido en la pesadilla de Harmony Brooks. Esta última, la reina indiscutible de la popularidad, se enfrenta a un dilema: ¿cómo lidiar con la transformación radical...