Un Carruaje en Chandlers Lane

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Lucy no siempre había sido una criada. Sus padre habían sido fabricantes de velas, antes del infortunado accidente que segó sus vidas, y el primer recuerdo de Lucy era el aroma a cera de abeja que perfumaba el taller paterno.

Tan pronto como aprendió a andar se puso a trabajar al lado de sus padres, envolviendo velas en papel de seda, papel marrón y cordel. Los Wickwright se enorgullecían de las palabras pintadas en el cartel del taller debajo de << Lon & Hester Wickwright, fabricantes de velas>>, unas palabras que sólo se permitía exhibir a los mejores artesanos de Cant:

Proveedores de la Corte Baronial

Una vez al año, en los días templados del otoño, los Wickwright y todos los demás proveedores de la corte eran invitados al castillo para beber sidra, comer cordero asado y divertirse en el pabellón alegremente decorado.

El Barón en persona inauguraba los festejos leyendo un discurso lleno de grandiosas e importantes palabras con las que elogiaba la inquebrantable industriosidad y las inestimables habilidades de los artesanos. Acto seguido, entre vítores y aplausos, un representante del pueblo ofrecía al Barón una muestra de estima, algún ejemplo especialmente brillante del arte de esa persona, que el Barón alzaba por encima de su cabeza ante el entusiasmo de la multitud

El año del séptimo cumpleaños de Lucy, recayó sobre los Wickwright un gran honor, pues fueron elegidos para presentar al Barón una muestra de estima: una gran columna de cera, que denominaron la Vela de Cant. Era casi tan alta como Lucy, y mucho más que Casio, el hermano de ésta, que por entonces era un niño pequeño. Alrededor de la base corrían los Lobos del Bosque de Rotwood (emblema de la casa baronial), y en la columna había los busto de los doce barones de Cant.* Lucy se hallaba en la Sala del Gremio cuando la obra de sus padres fue elegida para representar a los artesanos. Su padre la había cogido en brazos y la había hecho saltar en el aire, mientras la multitud reía y aplaudía, y el pequeño Casio corría a sus pies.

El día de la celebración se decidió que Casio iría en la carretilla que transportaba la vela. Lucy o la señora Wickwright caminarían al lado de la carretilla para sujetar la columna, y el señor Wickwright la empujaría hasta el castillo. El día era fresco, por fortuna, así que no había peligro de que la cera se ablandara.

*Ronald, Gullet, Leopold, Ambrose, Gustaf I <<el vidente>>, Honoré, Lubin, Pius, Gustaf II <<el cojo>> Elvio, Urbano y el actual Barón, Adolphus, a quien habían pintado con expresión tanto severa como agradable, ambas caras dispuestas simétricamente en la parte superior de la vela, debajo del birrete baronial de cuatro penachos.

Ya se disponían a partir cuando vieron que por Chandlers Lane se acercaba un carruaje tirado por un caballo que se detuvo frente a la casa de los Wickwright. Detrás del malhumorado cochero- que mascaba una enorme masa de algo que le formaba un bulto en la mejilla- viajaba una dama elegantemente vestida, que llevaba el rostro cubierto por un velo oscuro. La dama bajó del carruaje sin ayuda del cochero e hizo sonar la campanilla situada en la jamba de la puerta, pese a que la tienda estaba abierta.

Casio corrió a esconderse tras las faldas de su madre. Hasta Lucy se sobresaltó. La dama era tan alta que para entrar tuvo que encorvarse un poco, y sus hombros se tensaron bajo la seda de un vestido color rojo sangre. Bajo el velo se adivinaba que llevaba un espeso maquillaje, y en mitad de cada ceja depilada tenía una verruga erizada de largos pelos. El señor Wickwright se quito el sombrero e hizo una respetuosa reverencia.

El Secreto del Castillo de CantDonde viven las historias. Descúbrelo ahora