¿La llamo o no la llamo?
Esa pregunta rondaba por mi cabeza toda la tarde, noche y hasta la mañana del día siguiente.. No sabía si era correcto llamarla, no sabía si era correcto después de un día y medio de haberme dado el sí.
¿La llamo o no la llamo?
No podía decidirme.
Tanta fue mi desesperación que seguí el consejo que me había dado mi papá para atraer a una mujer: el romanticismo. Nunca fui tan romántico que digamos, ni lo sigo siendo ahora, pero cuando me recordé de lo que mi viejo me dijo, se me prendió el bombillito imaginario que decía romance con letritas rojas.
Me armé de valor y escribí en una hoja "hola", la hice un avioncito y la lancé por la ventana. Desgraciadamente, su ventana estaba cerrada, así que el avioncito cayó hacia el manzano del patio.
-Oye-pude oír desde abajo-, ten más cuidado.
Sonreí. Supe que era ella.
Me asomé por la ventana y la ví recostada del árbol con sus audífonos puestos y los ojos cerrados, pero no dormía. Bajé las escaleras lo más rápido que mis piernas me permitieron y me fuí al patio a sentarme con ella.
-¿Qué haces aquí?-le preguntó el torpe de yo.
-Pues admirando el césped, ¿qué no ves?-me respondió sarcástica.
-Auh, y.. ¿Está lindo el césped?
-Deja tu necedad y siéntate de una vez.
Me senté a su lado y le quité un audífono. Ella escuchaba Mirrors de Justin Timberlake, pude escuchar en el oído que tenía libre como ella la cantaba en voz baja. No es que tuviera la voz de Withney Houston pero, según yo, cantaba lindo. Se sabía la letra completa, yo igual, pero no me atreví a ni siquiera decir una "a", ya que sabía que mi voz no era precisamente angelical.
Ella se quedó dormida a la sexta canción. Era When You're Gone de Avril Lavigne. Yo no me dormí. Cuando supe que ella estaba completamente rendida le quité el audífono suavemente y apagué el reproductor. Me quedé observándola un buen rato mientras dormía.
Después de un buen rato, miré la hora en mi reloj, llevaba hora y media dormida, se veía hermosa. Su tez blanquecina y sus labios rosados en completa tranquilidad. Aquella imagen nunca se me olvidó. Recuerdo que hice un dibujo de esa imagen suya y lo colgué en mi habitación. No es que fuera ni sea un Leonardo Da Vinci, pero el dibujo me gustó.
-¡Drew, te necesito aquí!-pude escuchar a mi mamá llamarme. Cada vez que mi mamá me llama así es porque requiere de mis servicios como poste de luz. Yo era muchísimo más alto que mi mamá o mi hermana y siempre me necesitaban para que les alcanzara algo de algún gabinete de la cocina que no podían tomar.
Yo no respondí. No quería despertar a la chica que dormía junto a mí gritando en su oído un "ya voy" o algo parecido.
Me quedé en silencio y me traté de dormir de nuevo, cosa que me fue imposible debido a que los gritos psicóticos de mi mamá seguían y seguían llamándome.
Lo que menos quería en ese momento era que mi mamá despertara a Mack con sus gritos. Cosa que logró en menos de dos minutos.
Mackenna me miró interrogante, yo la miré igual, sin decir ni una palabra al respecto. Solo la besé y me fui a casa. Al llegar mamá me dió el regaño de mi semana (no puedo decir que el de mi vida porque hubo uno peor).
De ahí solo logré un castigo innecesario por hacer enojar a mi mamá en el que me prohibían usar el Skate hasta nuevo aviso (cada vez que mi mamá dice nuevo aviso son como dos días. Mi mamá suele olvidar rápido las cosas).
Me encerré en el cuarto y me acosté en mi cama a mirar el techo. Me puse a pensar en ella. En cómo era, en como era yo cuando estaba con ella.. Mis pensamientos fueron interrumpidos por un avioncito de papel que aterrizó en mi abdomen. Supe que era suyo.
Lo abrí con toda la intriga del mundo, y ví dos cosas. 1. Esa chica tenía una letra hermosa. 2. La nota que decía "Gracias por observarme mientras dormía. Te amo."
Puedo honestamente decir que aquella nota fue la causa de mi sonrisa durante el resto del día. El "te amo" fue una razón más que suficiente para morir en ese momento de la alegría. Me sorprendió que alguien pensaba en mí, que yo era importante para alguien, que alguien me amaba.
Fue tanta la felicidad que puse ese papel en el techo de mi habitación para ver el "te amo" todas mis noches antes de dormir...
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Déjame estar contigo
Teen FictionEs verdad que los recuerdos duelen. No importa qué tanto crezcas o madures, siempre habrá algo que, cada vez que lo recuerdes, se va a llevar una parte de ti. El mío era ella. Diez años después, y lo sigue siendo.