3. Aquí vamos de nuevo.

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-Drew, quítate de la puerta-dijo-. No tengo mucha paciencia contigo.

-No hasta que me perdones.

-Drew, no quiero tenerte ahí el día completo.

Y así nos pasamos la mañana entera. Discutiendo porque yo quería entrar al cuarto y ella no me iba a dejar.

-¿Te puedes quitar de mi puerta?

-¿Me vas a perdonar?

-No.

-Entonces puedes ir pidiéndomelo todo el tiempo que quieras-dije desde el otro lado.

De repente ella abrió la puerta.

-¿Qué?

-Perdóname.

-¿Hasta cuando vas a seguir con esto?

-Hasta que me perdones-dije.

-Okay, supongamos que te perdono. ¿Qué quieres entonces?

-No, no me has perdonado.

-Solo dime qué quieres.

en ese momento me paré del suelo y me ubiqué justo frente a ella y le dije que tenía que besarla. Ella se enojó, bastante.

-¿Qué pretendes?

-¿Es tan difícil darle una oportunidad a alguien? Sin siquiera saber si se la merece. Qué sabes tú si te quiero. Qué sabes tú de si pretendo jugar contigo. ¿Es tan difícil que entiendas eso?

-ESCUCHA. NO quiero tener nada con nadie, mucho menos contigo. NO pretendo hacerte caso porque.... porque... porque -se estaba tardando en responder, tartamudeaba-... Porque no creo que sea verdad y punto. ¿Algo más?

-Sí -dije, y la besé.

Esa vez no se resistió, ni se alejó. Al contrario, quién se alejó fui yo, al ver que ella no se oponía.

-¿Estás bien?

-Amm... Yo... Am....

-Ash... Lo siento... Sé que soy malo besando... Pero...

-¡NO! No, no, no... No es eso... Besas increíble, es solo que... Nos acabamos de conocer y me da un poco de vergüenza contigo.

-¿Vergüenza? ¿Conmigo?

-Si...

-Pues, a mí me da vergüenza que te dé vergüenza... ¿Qué tal?

-Ya no inventes.

-No te tiene que dar vergüenza que alguien te diga que te quiere. Es más, considéralo

como algo lindo.

Ella me miró por varios segundos... Dudó un poco lo que iba a hacer, pero terminó dándome un beso, en el que me derretí igual o peor que una vela. Quedé atónito por unos segundos de que ella fuera la de la iniciativa, y me asusté.

-Espera-dije.

-¿Qué ocurre?

-¿En serio quieres estar conmigo?, sé que no es el momento ni el lugar, ni las palabras más románticas, pero...

-Bueno... Aprenderé a no avergonzarme contigo.

Sus palabras me sorprendieron. Más que eso, me fascinaron. No pude entrar en el mundo hasta dos. minutos más tarde cuando ella pronunció mi nombre.

-¿Drew?

No pude contener mi felicidad y la tomé en mis brazos, y la abracé lo más fuerte que pude.

-¿Te digo un secreto? Tengo hambre-susurró en mi oído.

Dicho esto nos fuimos a la cocina y ella preparó sandwiches con mantequilla de maní.

-Creo que ya me está empezando a gustar la mantequilla de maní-dije.

-¿Ah, sí?

-Sí-dije sonriente.

Y el día se nos fue juntos. Hablando, riendo, escuchando música, y entre otras cosas conociéndonos.

A ella le gustaban Skrillex, Justin Timberlake y Hora de Aventura. Para mí, a una chica que le guste el Dubstep y mi programa de televisión favorito, es suficiente.

Ella tenía un gran sentido del humor. Reía a cada momento con mis chistes, más de una vez por compromiso, me daba cuenta porque muchos de ellos eran bien malos. Dicen que cuando uno quiere recordar algo de hace ya mucho tiempo, lo único que la memoria llega a enseñar es la última imagen de todo, pero conmigo fue diferente. Pues yo todavía mantengo intacta en mi cabeza la imagen de su sonrisa. Esa sonrisa tan perfecta que me mostraba cada día, y que me contagiaba su felicidad.

Llegó el lunes y nuestra estancia solos también.

Mi mamá, susan y Hellen (la mamá de Mack) no tardaron mucho en regresar. Se aparecieron a eso de las 3 de la tarde, y Mack se regresó a su casa. Ese lunes no me tocaba escuela. Estaba en vacaciones, las cuales terminarían dentro de una semana.

A mi particularmente me gustaban las vacaciones.

Sí, ya sé que a todo el mundo le gustan las vacaciones. Probablemente muchos de los que lean o estén leyendo esto digan

que sólo soy un chico más que ama las vacaciones, pero no, en mi tiempo libre solía salir a patinar, oía música a todas horas, etc., mis hobbies.

Recuerdo que un día amanecí con los audífonos en la boca y una canción que mi mal agradecido cerebro tarareó tres días seguidos.

Déjame estar contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora