Rayos -pensé-. ¿Cómo se podía tener tan mala suerte? Justo hoy tenían que llegar mi tía y mi prima desde Dallas. ¿No podían aguantar otro año allá?
La verdad es que no soportaba a mi prima. Cada vez que venía era como si me acosara una loca maniática, no soportaba siquiera su presencia, no podía ni siquiera mirarla a los ojos.
Justo hoy.
Hoy que tenía planeado ir al parque con ella, hoy que tenía planeado ir al cine con mi novia, llegaban dos locas que se hacían llamar "mis parientes".
Mi mamá, como siempre, me dijo que me quedara en casa. Que podía ir después de cenar, que no hay prisa.
Claro, para ella nunca hay prisa, a menos que no se trate del salón de belleza o de alguna de sus cosas raras de maquillaje que nunca terminaré de comprender.
Susan le insistió, casi rogó, para que me dejara ir antes de la cena. Ella comprendía lo mucho que significaba Mack para mi, por eso lo hizo. Al fin y al cabo mi mamá dijo que no.
3:45.
Hace aproximadamente media hora tenía que haber estado en el parque con ella. Me llamó varias veces al celular, de las cuales no contesté ni una. Ni siquiera fui capaz de dejarle un mensaje de voz. Ni un mensaje.
¡BAM! Justo hoy.
¿Y en la cena? Peor. Christine (mi prima la acosadora) se sentó a mi lado, y no dejaba de patearme ni un segundo. Sólo se sonreía, pensando que me gustaba el juego.
Sentí una pequeña vibración de mi celular. Pulsé el botón, se suponía que encendía la pantalla táctil del teléfono y ví que era un mensaje. Cuando lo abrí, ví que decía "¿Dónde se supone que estás?! .-."
Me apresuré a responder lo más rápido que pude, escribiendo "Atrapado en una mesa con mi tía y prima de visita", del cual no pude ni siquiera terminar de enviar sin que mi prima comenzara a jugar con mi cabello.
Me está cansando.
Pensé.
¿Por qué no se iba y ya? ¿Por qué no dejaba de molestarme? ¿Tan obsesionada estaba conmigo?
Esas tres preguntas rondaban mi cabeza esa noche y pensaba conseguirles respuesta.
-¿No te puedes quedar tranquila un momento?-le grité a Christine, interrumpiendo una conversación de mi mamá y mi tía.
No aguanté un segundo más y me paré de la silla, dirigiéndome a mi habitación cerrando la puerta fuertemente.
Lo primero que hice fue llamarla.
No respondió.
Lo intenté de nuevo.
Tampoco respondió.
Lo intenté dieciséis veces, de las cuales no respondió ni una.
Intenté dejarle un mensaje de voz. Nada.
Pasó una hora después de que la llamara incansablemente. Nada.
Golpee la pared múltiples veces en busca de alguna solución a mi problema, como si la pared tuviese la culpa.
Después de algunos veinte minutos, me detuve. Revisé mis nudillos: rojos. Revisé las palmas de mis manos: rojas.
Estaba fuertemente irritado.
-Drew, ¿puedo pasar?-oí a Susan llamarme desde el otro lado de la puerta.
-No.
-Ash. No te pongas así.
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Déjame estar contigo
Novela JuvenilEs verdad que los recuerdos duelen. No importa qué tanto crezcas o madures, siempre habrá algo que, cada vez que lo recuerdes, se va a llevar una parte de ti. El mío era ella. Diez años después, y lo sigue siendo.