7. Ella...

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Una de las cosas que más me gustaban de Mack era que si se enojaba conmigo no era por mucho tiempo. Ella me sabía comprender bastante bien, incluso, en medio de algunas peleas me hacía reír y olvidar por qué estaba peleando con ella.

Era Miércoles. Mis días vacacionando ya se acababan y, junto con ellos, mis ratos libres.

Le hice todo tipo de peticiones a mi mamá para que me inscribiera con ella, y al ver que ya no había remedio (o por mi cara de cordero degollado), aceptó con un ruede de ojos.

Me dormí sobre la cama rato después de haberme puesto a escuchar música; me despertó la vibración de mi móvil indicándome que había recibido un mensaje.

Hice un poco de esfuezo para abrir mis ojos, y palpé toda la superficie del edredón en busca del aparato. Cuando lo encontré, deslicé la pantalla, desbloqueándolo.

Era un mensaje de Mack.

Me dijo que había quedado con algunos de sus amigos Skaters para en la noche y que apagaría su teléfono.

Para ser un mensaje suyo no sonaba muy convincente. Porque, primero, ella nunca me dejaba mensajes así, por más rara o extraña que la circunstancia fuera. Segundo, ella nunca apagaría su celular para salir, y menos de noche. Me dispuse a investigar sobre aquello, que se me hacìa un tanto difícil, ya que mi hermana estaba en la casa.

Nunca antes lo había hecho, yo no era de ese tipo de chico malo que salía de su casa cuando quería. O más bien, se escapaba. Pero, ella era mi novia, y si algo tenía que hacer era  protegerla, ¿no?

Me puse un abrigo con capucha, mis Vans y salté por la ventana.

Fui al parque donde se suponía iba a estar y lo que ví no puedo decir que fue la mejor escena de la noche.

Allí estaba ella con una amiga, estaban sobre el skate, cuando momentos después, algunos tipos, del doble de su estatura, de la mitad de su peso, pero con el doble de su musculatura, se les acercaron. Pude divisar alguna que otra ojera en los ojos de los individuos, desde donde me encontraba, dtreás de un arbusto, a una distancia más o menos considerable.

Pude notar a uno de los dos personajes sacándo una bolsa más pequeña de la mochila que cargaba en el hombro. No pude ver muy bien qué era la bolsita, pero tenía tres opciones:

La primera, que fuera algún collar. La segunda, que fuera dinero. La tercera, y la que más temí, drogas.

Espera, ¿qué? ¿Drogas, en serio?

De Mack yo podría esperar lo que fuese pero, drogas no. Ni alcohol. Ni ninguna otra sustancia psicoactiva, de la que ella estaba consciente le haría daño. Terminé descartando la posibilidad.

Mi respiración se agitó un poco cuando sení que se movían de sus posiciones anteriores. Mack tomaba la pequeña bolsita de plástico y la metía en el bolsillo de overall, mientras se despedía de su amiga y de los dos otros sujetos, y se marchaba.

De repente un sentimiento de incertidumbre y un poco de indignación me invadieron. Tenía intriga por el contenido  de aquella misteriosa bolsita de plástico, pero a la vez era como si no quisiera enterarme de aquello.

Antes de que ella pasara por mi lado, me adentré un poco más en el arbusto que, hasta entonces, era mi escondite para evitar que ella no me viera. Recé desde lo más fuerte y profundo de mí para que ella no se percatara de mi presencia entre aquellas ramas. Y mis plegarias obtuvieron una buena respuesta: ella se fue sin siquiera voltearse a mirar a su amiga o a alguno de los sujetos. Tendría una muy seria charla con ella cuando llegara a casa.

Creo que esa fue la primera vez en mi adolescencia en la que tenía aires de señor maduro y responsable.

Esperé un rato más a que todos los allí presentes se marcharan. Cuando lo hicieron, veinte minutos después, salí de allí y me dirigí a casa.

**

Parecía que nadie se había percatado de que me había ido. Mi mamá tenía turno en el hospital esa noche, y la siguiente. Por lo que era mi hermana la que quedaba a cargo, a la cual encontré viendo televisión en la sala. Entré por la misma ventana de mi habitación de la cual había salido. Me quité la ropa y me puse un pantalón de dormir, y me quedándome topless. Sentí una pequeña vibración en el colchón antes de cerrar los ojos. Cuando veo que era un mensaje, desbloqueé el dispositivo y leí el mismo. Era suyo. Decía que ya había llegado a casa, y que ya todo estaa bien. Ella haía llegado unos minutos antes que yo.

A pesar de que eran casi las una de la mañana, de que estaba cansadísimo, de que no había dormido ni un poquito por la noche anterior, no tenía ganas de nada excepto de ir a su casa y bombardearla con un interrogatorio. Pero no.

Había decidido observar su actitud durante unos días, y ver qué pasaba.

Aunque aún me cueste aceptarlo... desconfiaba de ella.

Déjame estar contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora