Capítulo 19

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—Buenos días — sonrío al portero del gran edificio que está enfrente de mí, con la sonrisa más grande.

—Señorita Helds, buenos días — sonrió de la misma manera que yo abriéndome la puerta de la compañía donde trabajo.

Camino hacia el ascensor y hago clic para que me lleve directo a la última planta en donde mi hermoso adonis me espera en su silla-trono. Sonrío hacia el reflejo de la castaña en el elevador, hoy tenía puesto mi uniforme de siempre, pero me sentía muy bien, mejor que nunca para decir verdad.

Tengo que admitir que aún el miedo seguía dentro de mí, no estaba segura de cómo reaccionaría después del sábado ¿me ignorará? ¿Me tratará mal?

Si eso sucedía ya en definitiva me iría de aquí, tengo un límite de aguantar por más que este hombre sea tan guapo.

El ascensor se abrió y caminé hacia mi respectivo lugar. —Buenos días Mia, te vez radiante — alcé la mirada con una sonrisa en respuesta a ese cumplido y a la persona que estaba enfrente mío. Me moví quedando de frente de él y que no nos separe un gran escritorio.

—Hola Jack, ¿Qué haces aquí? — dije con ánimos y él sonrió.

—Lo mismo pregunto — me señaló con la mirada y yo respondí con una carcajada.

—Todo se arregló. He decidido que trabajar aquí no está tan mal.

—Me alegro mucho, enserio. — sonrío de una manera muy linda y yo no pude evitar contagiarme.

La puerta marrón se abrió y de ella salieron dos personas, una de ellas era el hombre el cual hasta ahora no podía comprender y la otra era una esbelta pelirroja o más bien llamada ''Dayana''. Mi cara cambió rápidamente a seria, desvié la mirada de ellos molesta y me dirigí hacia mi acompañante quien con su sonrisa me contagió automáticamente.

La pelirroja movió sus caderas pasando a nuestro lado, saludó con una sonrisa a Jack ignorando mi presencia, yo simplemente reí al notarla cara de asombro de Jack. —Veo que se la pasan muy bien, juntos. — una voz detrás de mí hace que me gire hacia él y con la sonrisa aun en el rostro y mirándole los ojos color marrón, respondí:

—De maravilla. — alcé la ceja a lo que el frunció el ceño.

—¿Qué hay hermano? — dijo Jack salvándome de la mirada amenazante, y Alexander miró a Jack aún con el ceño fruncido.

Éste sonrió sin mostrar los dientes hacia su amigo — Jack, ve a mi oficina, enseguida voy. — Jack desapareció de mi vista no sin antes mirarme con la cara de ''hice lo que pude'' y yo asentí agradecida.

Miré hacia la persona que estaba enfrente de mí y me crucé de brazos esperando que él me diga algo o más bien me grite algo, cosa que yo sabría que responder por que si bien no recuerdo; él salió de su oficina con Dayana. Sonrió mostrando los dientes mientras me miraba con felicidad. Ok, esto es raro. — Hablamos luego — dijo y con su sonrisa en la cara se fue dando zancadas hacia su oficina de manera despreocupada desapareciendo de mi vista.

Saqué todo el aire acumulado y casi me abaniqué con la mano frustrada.

Qué bipolar es éste hombre.

*

—¿Hola? — respondí mi celular un poco distraída por que el trabajo del día de hoy ha estado tan duro.

—¡Hola Mia! — una voz de un pequeño se escucha desde el otro lado de la línea.

—¡Jonathan! Hola, ¿Cómo estás? — mi sonrisa creció y las lágrimas querían salir de mis ojos de una manera inesperada.

—Muy bien, hoy saqué una A+ en el examen de Matemáticas. Y ahora mi tía me está llevando de compras, me comprará algo por mis buenas calificaciones. — mi sonrisa se hizo más grande ante la ilusión del niño.

—Qué bueno, felicidades.

—Cuando vengas, te mostraré mis calificaciones. Me tengo que ir, jugaré en el tobogán. — se escuchó a varios niños gritando y a él diciéndole a Ross ''Es Mia'' y unos pasitos corriendo hacia los juegos. Mi sonrisa bobalicona de mi rostro no se podía quitar. — Hija, ¿Cómo estás?

—Excelente, con mucho trabajo últimamente. — suspiré mirando al piso y luego hacia mi lado derecho y me encontré con la mirada de Alexander quien se encontraba con el ceño fruncido y con su típica cara de enfado. — Tengo que colgar, hablamos luego.

—Claro que sí mi amor. — y colgué.

Me levanté para enfrentar a éste hermoso hombre con las piernas temblando porque en su cara se notaba furia. — ¿Quién es Jonathan? — al igual que en su voz.

—Es de mala educación escuchar las conversaciones de otras...

—A la mierda la educación. — gritó mientras me jalaba hacia la puerta marrón con brusquedad y me metía en la oficina cerrando detrás de mí. —¿Qué te sucede Mia? Primero Jack y ahora ese tal Jonathan...—espetó caminando de lado a lado mientras se agarraba el cabello con frustración.

—¿Qué te sucede a ti? Primero Yo y luego Dayana...

—Eso no tiene nada que ver.

—¡¡Claro que tiene que ver!! — le levanté la voz poniendo mis brazos a mis lados haciendo un puño entre ellos, estaba siendo demasiado dura que en algún momento flaquearé y eso no quiero que pase ahora.

—No empieces.

—No empieces tú. — suspiré con frustración mientras miraba el piso con furia, él siempre me hace enojar y también ponerme triste, parece que lo hace adrede. Pero él así es. — Además no sé porque nos decimos esto puesto que no somos nada.

—Está bien, ya. — suspiró de igual modo. Nos quedamos en silencio por unos minutos que para mí duraron horas y hasta siglos, lo miré y en él había frustración, sin embargo, tenía dudas que necesitaba que sean resueltas y una de esas es porque Dayana sigue viniendo.

—¿Qué hacía Dayana aquí? — susurré quedamente.

—Tenemos un contrato, además de ser mi socia en un proyecto. — dijo él sin más y mi corazón se puso a mil por hora y luego se paró en seco al sentirme mal por haber hecho todo esto sin que nada estuviera pasando. —¿Quién es Jonathan?

—Mi hermano pequeño.

— ¿Tienes un hermano?— yo alcé los hombros en modo de contestación y el suspiró. — ¿Y porque hablabas de esa manera con Jack?

—Porque es mi amigo, tengo derecho a tener amigos, así como tú a tener socias a quienes tratas de una manera tan caballeroso.

— ¿Te molesta que sea caballeroso? — lo miré a los ojos y una sonrisa de lado yacía en su cara. Me sentía avergonzada y en mis mejillas se hacía notar.

Asentí con la cabeza queriendo que la tierra me trague, él sonrió y se acercó a mi enrollando sus brazos en mi cuerpo y entregándonos en un abrazo.

Yo sentí su olor, ese olor que me hacía descender a las nubes y bajar de una manera impresionante y me acurruqué en su pecho cerrando los ojos y guardando ésta imagen en mi memoria por siempre.

¿Qué está pasando entre nosotros?

¿Puedo ilusionarme?

Señor Rickford.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora