Hola. Soy Trevor. Trevor Box. Me conocerás, porque Daniel te ha hablado sobre mí. Pero él no lo sabe absolutamente todo. Y por eso, te voy a contar todo lo que Daniel no sabe sobre mí:
Empezaré a contar la historia en ese noviembre del que suele hablar Daniel cuando cuenta su historia con Aaron.
Era un día como otro: Me despertaba, me lavaba los dientes, me duchaba, me vestía y bajaba a desayunar. Mi madre, Laura, me esperaba en la cocina.
—Buenos días, cariño. Te he preparado el desayuno, está ahí, en la mesa—dijo mi madre, en español, con una sonrisa en la cara.
En mi casa se hablaba en español y en inglés. Mi madre me hablaba en español. Mi padre, en inglés, aunque yo prefería este último, ya que todo el mundo lo hablaba en el instituto. Mi padre ya no estaba en casa, se había marchado a trabajar. Era psicólogo conductual. Mi madre era profesora de español en el instituto del pueblo de al lado.
Ella y yo salimos en su coche hacia el instituto.
—Que tengas un buen día, cariño—dijo mi madre, dándome un beso en la frente.
— ¡Mamá! ¡Me estás avergonzando delante de mis compañeros!—respondí separándome de ella.
Cogí mi mochila y salí del coche. Ashley y Charlotte charlaban mientras me esperaban para entrar en clase de arte.
— ¡Hola, Trevor!—saludó Ashley con una sonrisa en la cara.
— ¿Qué tal, chicas?—respondí sonriendo.
Ashley y Charlotte eran mis mejores amigas desde que éramos pequeños. Nos conocimos en preescolar, y desde entonces, fuimos inseparables.
La clase de arte fue entretenida. Nos enseñaban a dibujar. Ese trimestre, estábamos aprendiendo a dibujar en estilo manga. Ese día, la profesora, la señorita Rivet nos pidió que dibujásemos a nuestro animal favorito. Ashley dibujó un conejo adorable, Charlotte, un oso panda, y yo... Un tigre, por supuesto. El tigre siempre había sido mi animal favorito. Tal vez por eso llamé así a Daniel.
Esa tarde, tenía clase de natación. El agua era lo que más me gustaba, me lo pasaba genial nadando con mis amigos. No me gustaban otros deportes, como el fútbol, o el baloncesto. No me gustaba otra cosa que no fuera estar en el agua.
Como cualquier otro día, hacía los deberes y cenaba. Después, me iba a mi cuarto a escuchar música. Me encantaba cantar, aunque nadie lo sabía, ni si quiera mis padres. Era mi pequeño secreto, la única que lo sabía era Wilson, la profesora de música del instituto.
Hacia las 8, mi madre y mi padre llegaban a casa. Cenaban y veían conmigo la televisión. Nos gustaban las mismas series y películas.
Cercanas las diez y media, me acostaba, aunque me quedaba un buen rato leyendo. Me gustaba leer libros que me enganchaban, si no lo hacían desde un primer momento, los dejaba.
A las 12 de la noche me quedaba dormido, normalmente con el flexo encendido. Mi madre solía entrar por la noche a apagarlo, una vez estaba dormido, y me daba un beso de buenas noches.
A la mañana siguiente, me desperté. Solía hacerlo a las 7 de la mañana. Todo volvía a empezar. Era feliz, me divertía. No necesitaba otras cosas, como el amor romántico, o el sexo. Hasta después de unos meses, no me planteé mi sexualidad. Puede que fuera algo tarde, pero nunca lo había necesitado.
Los miércoles por la tarde, mi madre me enseñaba a bailar. No es que me entusiasmase, pero me encantaba estar con mi madre. Mi padre no sabía nada de estas clases, no entendía la razón. Era inocente, no veía las cosas que cualquier persona vería en esa situación. Era obvio que mi padre era homófobo, y que el baile no era una actividad masculina.
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Antes, durante y después del beso y la rosa
Teen FictionEsta historia contiene una serie de spin offs de Con un beso y una rosa. ¿Cómo fue la relación entre Nicholas y Trevor? ¿Cómo se enamoró Aaron de Daniel? ¿Cuáles son las chicas del pasado de Aaron? Todas las respuestas se encuentran aquí. Espero que...