Cinco

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Al día siguiente, Paige fue a la escuela y trató de evitar a Spencer. De nuevo. Sus ojos se encontraban algunas veces en los pasillos llenos, pero ella siempre alejaba su mirada primero. Simplemente no podía ver más su mirada suplicante. Tampoco podía ver el sufrimiento en sus ojos. Solo no podía verlo. Porque ella sabía que si lo miraba en ese momento, no lo vería como su enemigo, sino como el chico del que ella se enamoró alguna vez.


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―Clase, ahora quiero que vayan a la página 377. Se les asignará un trabajo en parejas, las cuales escogeré yo y harán este trabajo juntos. ¿Entendieron? ―dijo seriamente el profesor de historia de Paige.

Paige rogaba que no le tocara con Spencer. No podía estar con él. Porque sabía que se volvería a enamorar de él. Escuchó atentamente y suspiró con alivio cuando supo que su compañero era Chase, otro chico de su clase.

Caminó hacia Chase y justo cuando llegó a su lugar, el profesor habló.

―Lamento interrumpir su trabajo, pero hay un cambio de parejas. Spencer ha pedido hacer el trabajo con la Srta. Paige, porque él es bueno en historia y puede ayudarla a mejorar. Así que, Chase, trabajarás con la pareja anterior de Spencer. Gracias ―dijo en voz alta a la clase.

Paige se congeló. Sintió una suave palmadita en su hombro; después, sintió la presencia de alguien detrás de ella.

―Adivina, ahora somos pareja ―susurró en su oído una voz muy familiar.

Paige no podía moverse. ¿Por qué se había cambiado? Kaylee, su pareja anterior, era un imán de chicos. Él pudo haber trabajado con ella. Pero escogió a Paige.


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Ambos daban sorbos a su café en el lugar de siempre, el pequeño lindo café, donde estaban la mayoría de sus recuerdos.

―Tengo una pregunta ―Paige rompió el silencio incómodo―. ¿Por qué cambiaste de pareja?

Él se detuvo, vaciló y después continuó dando sorbos a su café.

―Porque quería estar contigo. Te extraño. No como una enemiga, sino como mejor amiga. Extraño sentarnos bajo nuestro árbol a media noche y hablar sobre todos nuestros problemas. Extraño tu sonrisa, tu terquedad, todo. Te extraño. Me arrepiento de ese día desde que sucedió. Pero espero que sepas el porqué. Y creí que tal vez esto podría remediar nuestra amistad ―dijo esto último más como una pregunta que una oración.

Paige dejó de dar sorbos a su café y susurró: ―Sé por qué lo hiciste. Pero, ¿por qué? ¿Por qué harías eso solo para protegerme? ¿Por qué? ¿Por qué arriesgarías nuestra amistad por eso? Sabías que de todas formas ella haría lo que hizo. Sabías que no debías confiar en ella. Así que responde. ¿Por qué lo hiciste?


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