Capítulo 7: La vida en su forma más pura

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Las semanas pasaron y cada vez más me iba acercando a Lis y a Nick. No voy a mentir, me gustaba la compañía de ambos, se sentía familiar y reconfortante, pero también distractora. Se me estaba olvidando mi propósito y yo quería olvidarlo.

Con ellos yo estaba completo, cómodo. Sentía que podía quedarme y olvidarme del Infierno.

Pero no sería nada fácil, además de que el Rey me buscaría y me aniquilaría. Y no solo a mí, Lis y Nick estarían en peligro también.

Y aun así, por más que me sintiera bien con ellos, yo seguía sin saber por qué Nick cayó en las garras del Rey.

Tengo que buscar respuestas. Si no, no podré protegerlos.

El localizador que el Rey me dio la última vez que estuve abajo sonó por primera vez.

El localizador es un pequeño aparato parecido a un celular mundano así nadie lo vería raro.

Lo abrí y contesté.

-¿Si?

El Rey es el único que puede contactarme de cualquier manera mientras estoy en misión, pero la voz que contestó del otro lado no era la voz grave y rasposa del Rey, más bien era la voz aguda de Fecor.

-Hola Oliver, ¿qué tal tu misión?

Me extrañé tanto al oír su voz que tardé unos segundos en responder.

-Amm... va bien, ¿qué tal ustedes?

Salí del departamento para que Lis y Nick no me escucharan.

-Oh muy bien gracias por preguntar.

-¡Fecor! ¿Qué demonios estás haciendo?

-Pues....

Sin que él pudiera terminar la oración, la voz suave y clara de Gaziel se escuchó por la bocina.

-Oliver, no tenemos mucho tiempo...

-¿Qué están haciendo? Saben que lo que hacen es muy peligroso.

-Queremos ayudarte, ¿okay?

-No creo que sean de mucha ayuda si los destruyen...

-Solo queríamos saber cómo estabas y quería decirte que estoy investigando. Sabes que Juvart es el encargado de archivar todos los mandamientos del Amo ¿cierto?

-Sí, estoy consciente de eso.

-Pues me he estado colando en su oficina, quiero saber porque es tan difícil este trabajo. Te ayudaré a lo que me pidas. Te ayudaré a destruir a ese tal Nicholas.

-¡NO! No quiero que destruyamos a nadie. Escucha Gaziel, ellos son buenos...

-¿Desde cuándo te importa eso?

-Desde que dudé de quien soy en verdad. ¿Nunca te has sentido así, como si lo que hicieras no se sintiera bien para ti?

-Como si hubiera algo más...

Nunca creí que algo; valla, alguien más supiera lo que yo sentía en esos momentos. Al escuchar a Gaziel, me sentí... normal.

-Exacto.

-Claro que sí. Entiendo Oliver. Tienes mi apoyo.

-Entonces ayúdame con algo. Necesito toda la información posible sobre la leyenda de la Iglesia de Santa Margarita. Todo lo relacionado con la familia de Nick también, la familia Been.

-Anotado. Te conseguiré la información lo antes posible.

-Gracias. Y Gaziel, ten cuidado.

 Y Gaziel, ten cuidado

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Dicho eso, colgué.

Entré de nuevo al departamento, Lis y Nick estaban sentados en el sillón jugando un juego de humanos.

-¿Qué hacen?

Dije con una sonrisa.

-¡Pelea de cosquillas!

Dijeron al unísono mientras los dos me acorralaban en el sillón para "atacarme". Los dos movían sus manos por mis costillas, Nick por mi cuello y Lis por mis axilas, yo sentía lo más maravilloso que jamás había sentido. Unas ganas locas de reír me invadieron sin poder evitarlas.

Un pequeño dolor inundó mi estómago, pero no era un mal dolor como el que los demonios provocan, sino más bien un dolor provocado por risa y felicidad.

Por esa fracción de momento, todas mis preocupaciones y desesperanzas se olvidaron por completo. Yo estaba feliz y mi mente estaba en blanco.

Solo sentía la sensación de no querer dejarlos nunca, una sensación cálida, algo que sentí hace mucho tiempo pero no puedo asegurar hace cuánto.

Algo de otra vida, tal vez de alguna vida arrebatada por mis manos...

Después de unos minutos de intensas risas, se cansaron de "cosquillearme" y se sentaron a ambos lados de mí en el sillón, cansados por el esfuerzo y la adrenalina.

-Bueno, eso fue divertido, ¿no?

Dijo Lis después de un rato.

-Sí, lo fue.

Contesté, regalándole una sonrisa a ambos.

-Oye Oliver, ¿tu familia no se pregunta dónde estás?

Preguntó Nick con curiosidad.

La pregunta me tomó muy por sorpresa, qué se yo de familia ¿Un montón de extraños peleando por la atención del Rey, haciendo sufrir unos a otros por poder? Qué se yo sobre vivir realmente, ¿luchar en un puesto que descenderá o ascenderá depende de cómo se conforme el jefe?

-Yo no tengo familia.- Contesté poniéndome de pie.- Lo siento.

Dije saliendo por la puerta.

Necesitaba lo que más amo de este mundo, aire y naturaleza.

Sin embargo, eso no fue lo que obtuve. Al salir del departamento, una bruma naranja rojiza me inundo la vista.

El infierno me esperaba detrás de esa puerta.




El Cielo del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora