10: Noche mágica junto a él.

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24 de diciembre...

• Marilyn

—¿Cuál de los dos? No tengo idea de cual escoger. —Miré a Pilar y luego a los dos vestidos que sostenía en mi mano.

Realmente ésto era difícil para mí.

—A mí personalmente me gusta más el negro, siento que se te vería mejor para la ocasión aunque no niego que el otro está como para arrasar con todos. —Levantó sus cejas coquetamente.

Reí.

—Confío mucho en tu buen ojo y por eso me pondré el negro. Debo ir a bañarme ya porque sólo me quedan tres horas. —Recogí el desorden de prendas que había dejado sobre el sofá de la sala y empecé a subir las escaleras.

—Eso es mucho tiempo querida. —Miré desde arriba a Pilar y negué.

—No para mí, me llevaré hora y media sólo con mi cabello. Tú eres muy rápida pero verdaderamente sabes que yo no. —Sonreí introduciéndome en mi habitación.

Tiré todo sobre mi cama para comenzar a sacar todos los accesorios que utilizaría así como mi cartera, zapatos y otras cosas. Presentía que ésta noche sería más que perfecta para mí. Era uno de los días que más ansiosa esperaba todo el año, la noche buena.

Me metí al baño alrededor de 45 minutos y luego de salir comencé con lo más fácil y rápido que era vestirme.

Ciertamente me fascinaba mi vestido negro largo que marcaba mi cintura con un fajo brillante. La abertura en mi pierna era lo que más me gustaba. Realmente adecuado para una noche como ésta.

Después de sujetar mis zapatos procedí a realizar lo más difícil que era mi cabello, debía sacarlo y plancharlo para luego hacerle rizos de medios a puntas, bastante cansado para mí.

[...]

—¡Dios mío Marilyn querida! —Me sobre exalté dando como resultado un pequeño brinco mientras bajaba las escaleras.

—¡Pili me asustaste! —Le exclamé a la esposa de mi primo.

—Lo siento. —Rió.— Pero es que te ves muy hermosa. Ya veo por qué las tres horas. —Levantó sus cejas.

Llegué abajo ya logrando admirar bien y de frente a mi amiga quien portaba un vestido rojo strapless que le llegaba hasta los pies. A ella siempre todo le quedaba perfecto, que dichosa era.

—Bien no sé si ofenderme o tomarlo como un cumplido. —Reí levemente.

—Tómalo como cumplido porque no soy de decirlos mucho. —Sonrió dándose vuelta para ir hasta la cocina.

—Está bien. Gracias por él entonces. ¿A qué hora llega tu familia? —Interrogué fijándome en el pequeño espejo que colgaba de la pared.

—En media hora. Bueno se supone. Espero que no estén tarde porque sino tendremos problemas con la cena.

—¡Prima que guapa! —Detrás mío resonó la voz de Sergio.

Me volteé para verlo con mi bebé en sus brazos. Los dos muy bien vestidos y formales sin la necesidad de utilizar un traje. Me acerqué y tomé al pequeño.

—¡Guapo tú amor! —Le tiré un beso y fijé mi vista en el gordito que me miraba contento.— Y tú mi amor que bello te ves. —Con uno de mis dedos le hice cosquillas.

—Tita linda. —Estiró sus manos agarrándome mis aretes.

Al igual que a su padre le tiré un beso y caminé con él hasta la sala.

Rompiendo Las Reglas © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora