Capítulo 5 [Final]

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Shiki y Alice eran iluminados por la luna roja que estaba presente. Ambos abrazados y sus ojos cerrados, inconscientes. De pronto sus cuerpos estaban en un espacio en blanco. Tenían la misma visión al mismo tiempo.

El fondo del blanco lugar cambió a ser una inmensa nube. El reino del Cielo y a lo lejos se apreciaban dos figuras.

Dos ángeles enamorados, se podían ver entre las nubes en el cielo. Realmente se amaban, no podían estar el uno sin el otro. Las alas blancas de ambos se movían al mismo ritmo y compás, aleteando suavemente y esparciendo levemente las nubes, mientras sus cuerpos se mantenían unidos en un cálido abrazo. Sus corazones latiendo al mismo tiempo y al mismo compás.

El chico tenía el cabello de un tono violáceo levemente largo y peinado perfectamente acomodado hacia abajo, sus ojos eran de un color naranja casi tocando a rojo, entrecerrados, y su piel pálida, usaba un elegante traje blanco y sus alas era dobles; era un Querubín.

La chica tenía un largo cabello naranja rizado, sus ojos de un bello color marrón avellana y su piel lechosa, usaba un lindo vestido blanco de tirantes escarchado y sus alas triples, era un Serafín.

Ambos se decían palabras de amor mientras mantenían el abrazo. El chico la miraba con ternura y dulzura, sonriendo de manera confortante y enredando algunos mechones de aquel precioso cabello naranja entre sus dedos.

Era una hermosa escena de dos ángeles enamorados.

El escenario cambió, dejándo a la joven pareja borrosa. Ahora el ángel de cabello violeta estaba frente al trono del supremo maestro.

El de ojos granate tenía una mirada y sonrisa sádicas, su blanca ropa manchada de rojo y sus manos esposadas. Aquel ángel había cometido un terrible pecado. Había matado a un hombre inocente, disfrutando de aquel violento acto y lo peor de todo, se había atrevido a mentirle a su maestro.

-Adriel- Lloraba la pelinaranja al ver a su amado en esa posición. No podía creer que aquel ángel tan puro, bondadoso y amable se haya atrevido a semejante hazaña. El pelivioleta reía con sadismo y una mirada sombría.

Bastaron unas palabras del ser supremo para que las alas del joven pelivioleta y ojos granate, se tornaran de un puro color negro. La nube se abría dejándolo caer hacia lo más profundo. Lo habían desterrado, ahora era un ángel caído.

-¡Adriel!- Exclamó la Serafín de cabello naranja, con lágrimas saliendo de sus orbes color avellana.

-Hasta nunca, mi dulce ángel- Fue lo que dijo su amado mirándola con dulzura antes de caer.

Alice y Shiki abrieron sus ojos de golpe respirando agitados, ambos estaban frente a frente, topándose con el par de ojos que tanto amaban.

-Adriel- Susurró la de cabellos naranja mientras pequeñas lágrimas se acumulaban a las esquinas de su preciosos orbes avellana.

-Mi dulce ángel- Dijo el de cabellos violáceos acariciando con delicadeza el rostro de la pelinaranja.

¿Cómo habían podido olvidarlo?¿Cómo habían podido olvidar al ser que más amaban en el mundo? Pero el destino es caprichoso. Ambos fueron unidos nuevamente. A pesar de que ambos sentían que se conocían, nunca hicieron caso a esos sentimientos.

El par de ángeles se sentaron, estaban en la grama frente a un lago, el sol iluminaba todo, ya no estaban en el reino de los vampiros. Los demás simplemente se encontraban a unos metros de ellos observando a ambos enamorados. Los demonios y ángeles los sacaron tratando de separarlos, pero aún desmayados no se soltaban.

Ambos se miraron, uniendo sus cuerpos en un abrazo, aquel abrazo que siempre solían darse cuando ambos estaban en los cielos.

-Adriel. Mi Adriel, eres tú- Sollozó la chica aferrándose a la ropa de Shiki, con sus lágrimas saliendo sin parar, escondiendo su rostro en su pecho.

-Mi dulce ángel, mi musa, mi todo- Susurró el de ojos granate secando sus lágrimas con sus dedos y besándo estas con cariño.
Nuevamente miraron sus ojos. Era la primera vez, en muchos años, en la que Shiki había vuelto a sonreír con tanta dulzura. La chica sintió sus mejillas arder y su corazón golpeando fuertemente contra su pecho, hace mucho no había visto aquella sonrisa. Acercaron sus rostros con lentitud, besándo sus labios con cariño y amor.

El sol salía desde el horizonte, era el momento de partir. El Grimorio Prohibido había desaparecido, ya no había nada que tuviesen que hacer en la Tierra.

-Es hora de que vuelva a casa- Dijo la chica mirando hacia el sol, mientras el pelivioleta la abrazaba por detrás, rodeando su cintura con sus fuertes brazos.

-Yo también debo irme- Dijo el de ojos granate observando en dirección a su enamorada, mirando aquel encantador perfil.

Ambos miraron sus ojos como solían hacerlo desde hace mucho tiempo atrás, con un brillo especial en sus ojos. Se pararon frente a frente tomando sus manos y entrelazando sus dedos. Ambos extendieron sus alas, las cuales brillaron con la luz del sol.

Ambos comenzaron a cantar una tonada, mientras miraban sus ojos y apretaban sus manos.

Hey. Tan sólo un poco más.
Tan sólo un poco más,
Quiero que escuches mi sentir.

Hey. Tan sólo un poco más.
Tan sólo un poco más,
Quiero tenerte junto a mí.

Desde el día en que te conocí,
Temía perderte en un adiós
Y no saber que sientes en verdad.

Te amo sin control
Sin miedos ni apresión
Como nadie en el mundo te amaré.

Y aunque a mi corazón
Le cuesta expresarse
Entre sonrisas te diré:

Te amo sin razón
Con la simplicidad
De la noche al llegar
Y al amanecer.

Le pediré al cielo por nuestro amor
Y me dé el valor para entregártelo.

Hey. Aún quiero comprender
Y aún quiero conocer tu secreta calidez.
Por eso es que te aferraré a mí
Y a tus oídos sin temor
Susurraré algo especial.

Con sólo oír tu voz
Tengo la sensación
De que contigo mi mundo cambió.
Un día monótono
Se vuelve especial
Tan simple con al ver el sol.

De las manos tú y yo
Solíamos caminar
Hasta que sucedió
Y no nos vimos más.

Le pediré al cielo por nuestro amor
Y pueda vivir para entregártelo.

Aún si la vida nos aleja
Algún día yo,
En mi habitación,
Los ojos volveré a cerrar
Y estoy segura de que estarás allí.

Un día juro
Tener la resignación
Y la comprensión
De nuestro fin asimilar
Un día, tal vez.

Te amo sin control
Sin miedos ni apresión
Como nadie en el mundo te amaré.

Y aunque a mi corazón
Le cuesta expresarse
Entre sonrisas te diré:

Te amo sin razón
Con la simplicidad
De la noche al llegar
Y al amanecer.

Le pediré al cielo por nuestro amor
Y pueda vivir para entregártelo.

Y pueda vivir para entregártelo

-Te amo- Pronunciaron los dos al terminar la canción, mientras sus narices se rozaban.

-Adiós, mi querido ángel caído- Dijo la chica pelinaranja con algunas lágrimas escapando de ojos.

-No es un adiós, es un hasta pronto, Mi Dulce Ángel- Dijo Shiki secando con delicadeza las lágrimas de la muchacha y una sonrisa cargada de dulzura.

Ambos unieron sus labios en un beso cálido que representaba un "Adiós". Los cuerpos de los amantes poco a poco se fueron desvaneciendo, simplemente quedando algunas plumas negras y blancas esparcidas por el suelo.

Los ángeles y demonios siguieron sus pasos, desapareciendo. Los demonios en una sombra morada y los ángeles en destellos plateados. Todos volviendo a su respectivo hogar.

~Fin~

My Sweet Angel ~Shiki Natsumezaka~ [Dance With Devils Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora