1

11.2K 702 23
                                    

Era difícil imaginar como iba a reaccionar ella, pero estaba aquí. Con aquí me refiero a la puerta de su nueva casa, una con una seguridad muy buena, pero conocía a sus guardaespaldas y me permitieron pasar; quería que fuera una sorpresa, no es como si fuera el maldito depravado que le hizo daño. Soy un depravado, pero mi depravación no tiene nada que ver con sangre, sino con placer y tengo mucho que ofrecerle a ella.

Era obvio que no seguiría viviendo en ese apartamento, se sentía insegura, y sería difícil vivir en el después de acumular tantos malos recuerdos en ellos, la comprendía y aplaudía esa decisión. Me gustaba que pensara en su seguridad antes ni lo hacia y era alarmante; ser famoso te lleva a eso, pero ella es tan humilde que no consideraba necesario tener tanta seguridad a su alrededor. Por suerte ya aprendió la lección y mira de qué manera.

Tomé aire haciendo que mi pecho se hinchara, me erguí en todo mi elemento y pulsé el timbre; flexione un poco los brazos sólo para aligerar los nervios que sentía. Esperé un poco y volví a llamar ¿qué hacia?. Ella estaba aquí, lo sabía porque Matt me lo confirmó.

Traía una botella de vino espumoso en las manos, con sabor a fresa. Odiaba esas mierdas, pero estoy seguro que a ella le va a encantar, es su tipo de vino, incluso se parece a ella, por eso lo compré. Miré la botella y casi sonrío. Control Fernando.

La puerta se abrió de golpe y una desaliñada y hermosa mujer me miró con ojos que se salían de sus órbitas. Bueno, aún queda esperanza con esta mujer. Tengo que probar que tan lejos puede llegar. Le regalé una sonrisa, de esas que sabía que derretían; soy un hombre que sabe lo que tiene. Pude ver claramente como tragaba fuerte. Bien.

-¿Vino?- subí la botella ya que ella no había dicho ni una sola palabra.

-¿Cómo entraste?- dijo en voz contradictoria. Bien no esperaba eso, tampoco esperaba que se tirara en mis brazos pero no me habría molestado que lo hiciera.

-Yo también estoy feliz de verte Lucia.- seguí sonriendo. Ella miró mis ojos y se revolvió, como hacia cada vez que decía su nombre. -¿Me vas a dejar pasar?- esta vez pregunté serio, si me lo ponía muy difícil, la cargaría y la metería en la casa. Algo así como a la fuerza, pero en el fondo lo desea, aunque eso supondría adelantar las cosas y me gustaría charlar un poco con ella. Quiero conquistarla y para conquistarla debo hablar, a las mujeres les gusta hablar.

Humedecí mis labios a sabiendas que ella los miraba fijamente. Oh nena, ya quiero hacerte gemir. Estoy completamente seguro que la puedo recuperar a fuerza de orgasmos y, por su puesto, demostrarle que le seré fiel, pero también quiero que se enamore de lo que soy, no del sexo. La quiero conmigo nada más y sé que eso será difícil. Me incliné un poco hacía ella, invadía su espacio personal y eso la haría sentirse un poco fuera de balance, pero empiezo a perder la paciencia.

Ella me miraba hacía arriba, le sacaba unas buenas dos cabezas de altura, Lucia era hermosa, esa piel blanca, tan pálida; recordar su piel me hace agua la boca, sobre todo...

-Claro...- murmuró en voz seca interrumpiendo el rumbo que empezaba a tomar mi cabeza. Le regalé una sonrisa de dentista y entré al lugar, era una casa pequeña, pero acogedora.

-Linda casa.

-Gracias.- le tendí la botella.

-Puedes meterla un rato en la heladera, así sabe mejor.- hundí mis manos en los bolsillos de mis pantalones y la miré fijo, de esa mirada que decía "espero hundirme en ti muy pronto" ella sólo asintió. La seguí a la cocina.

-Pensé que te irías luego de...- pareció pensarlo.-el concierto.

-Que me rechazaras...- dijimos al mismo tiempo. Sus mejillas se coloraron de un hermoso rojo. Yo solté una risa, ella estaba avergonzada por haberme rechazado, eso era bueno. -Me quedé, obviamente.- pasé mis manos por mi quijada sintiendo la barba de dos días, nada de qué preocuparse, Lucy siguió el camino de mi mano.

Entregate A Mi (EAT2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora