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#JuevesdeEntregateaMí

#Seprendió

Qué opinan de un maratón? Ando un poco inspirada.

Daniela me tuvo que insistir tanto que no me quedó de otra que aceptar de mala gana, casi llora de alegría. Y yo casi lloro del arrepentimiento.

Y aquí estaba en la entrada de la casa de sus padres, los peores suegros que puedan existir y los peores padres y los peores en todo.

Ya sé que es horrible decir eso de una persona y que nadie cree en eso pues todos odian a sus suegros, pero este odio es real y con bases firmes, evidencia y...

-Pero si aquí estás, creía que nunca que ibas a dignar a venir.- Ana, la madre de Daniela me recibió. Una calurosa bienvenida debo añadir.

-También es un gusto volver a verla, doña Ana.- sabía que odia que se refirieran a ella como "doña" pero eso es lo que es. Apretó los labios y se hizo a un lado permitiéndome entrar. Ana estaba vestida con sus mejores ropas, maquillada a la perfección, labial rojo como siempre, un peinado que parecía tenso y sin un cabello fuera de lugar. Como siempre, perfección es su segundo nombre.

Si de algo había que estar seguros era que los padres de Daniela se gastaban una gran casa, con un terreno gigante donde pastaban los caballos. La casa casi no tenía paredes por lo tanto tenías una vista del paisaje 360 en casi todos los espacios de la casa. Adoraba ese efecto.

Los ventanales estaban corridos así que las largas y finas cortinas blancas se bamboleaban de un lado a otro era relajante...al menos hasta que veías la cara de tu suegro que te odiaba.

-Julio.- estreché su mano. No hubo sonrisas ni preguntas, solo nos mirábamos serios. Había tenido un par de problemas con Julios que no terminaron en problemas legales de pura suerte, me gasto un buen abogado, qué más puedo decir.

-Todo esto fue idea de Ana, no creas que te he perdonado por desprestigiar el honor de mi hija.-Sí,el honor. El honor de hija quedó en algún lugar de su casa con el sujeto que tanto la ha vuelto loca. Pero claro, no podía decirle eso, a pesar de todo lo respetaba o algo parecido. Era su casa no podía venir a montar una escena de buenas a primeras.

-¡Fernando!- Daniela parecía aliviada de verme. Me dio un apretón de hombros como saludo y lo agradecí, no quería contacto físico de ninguna manera y mucho menos frente a sus padres.

-Vamos a la sala.- Doña Ana, vaporosa y rechoncha emprendió la marcha hasta la sala.

-Pensé que no vendrías...- susurró Daniela nerviosa. Se estiraba el vestido cada dos por tres y casi podía ver un tic nervioso en su ojo derecho.

-Nunca he faltado a mi palabra.- me miró girando los ojos.-compromisos...-aclaré. Ella alzó las cejas y luego recordé que el matrimonio es un compromiso.-Dame un respiro ¿Quieres? Ya sabes a lo que me refiero.- gracias a Dios no me vine en corbata, a pesar de lo fresca que estaba la casa me sentía sofocado. Ese siempre ha sido el problema con mis suegros, te terminan entrando de ganas de tirarte en piscina con solo verlos, no me pregunten por qué.

-Sirvenos algo de tomar mujer.-Ordenó Julio. Ana asintió y fue rápido al bar a preparar alguna bebida. Nos veía de vez en cuando, estudiandonos.

Crucé una pierna sobre la otra. Daniela a mi lado ordenaba su cabello y evitaba el contacto con su padre.

-¿Cómo se portan mis nietos?

-De maravillas...-Respondió Daniela.

-No te preguntaba a ti. Hablaba con Fernando.- la regañó su padre.-Ya sabes que cuando me refiero a tí digo tu nombre ¿cuándo vas a aprender?

Entregate A Mi (EAT2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora