Cada mañana al despertar bebo una taza de té helado mientras inconscientemente doy giros y brinquitos por toda la casa, pensando una sarta de tonterías que siempre me acompañan a donde voy.
Como por ejemplo, política y la gran taza de desempleo, lo abrumador de los malos gobiernos y el salario mínimo, pero también pienso otras cosas, como, el sabor de las uvas en mi boca, lo dulce de la miel, lo suave del viento si pudiera tocarlo... y termino llegando siempre a la misma pregunta ¿cómo se sentiría volar si pudiera lograrlo? Probablemente sería una caricia en el rostro y un estómago lleno de mariposas incapaces de ser controladas, también se podría sentir como la música por las mañanas y el vino tinto por la noche, sería brusco y delicado al mismo tiempo, como un torbellino de flores o un poco de agua sabor a gloria.Cuando hablo de esto con Dalila y otros de mis compañeros de trabajo, creen que me estoy volviendo loca, pero lo que ellos no entienden, es que la locura es el golpe de alegría que le falta a todo el mundo y es que, con todos siguiendo una misma rutina, no se dan permiso de pensar un poquito diferente y cambiar las cosas.
Entiendo cuán difícil está todo ahora: que el kilo de huevo subió, la gasolina está por las nubes, no hay dinero en el banco, el país está en quiebra... pero... eso sólo ayuda a que se pierdan de ellos mismos. Comprendo que en esta vida se necesita luchar por lo que se quiere, pero caer y perder varias veces, no significa que alguien deba rendirse. Porque ¿acaso no es frustrante ver a alguien caminar por los rincones con la cabeza llena de tapujos? A mí me enfurece, ya no sonríen, ya no bailan, ni cantan a las flores, ya no sienten, pero no sienten, porque ellos no quieren hacerlo, no todo es culpa de la maldad del pueblo, a veces, es necesario que rebusquen en su propia vida para darse cuenta donde desaparecieron de su cuerpo y comenzaron a sentirse como muñecos.
Pero me enfurece más aún, hablar con Checo y Dalila sobre esto y que ellos no lo comprendan, porque entonces, yo no comprendo. Siendo ellos pintores ¿por qué no habrían de comprender esto?
¿Y qué hay de Susan y Alberto? Aquellos bailarines con el ego gigante, ellos que se quejan y quejan todo el tiempo y tampoco entienden esto.
Todo el mundo a olvidado como se siente el olor del té de canela por las mañanas, el viento frío jugando con los cabellos en otoño, el delinear las mejillas con la yema del dedo, se olvidaron de sentir y ahora sólo piensas en sobrevivir, cuando no logran captar que sobrevivir es vivir y vivir es sentir con cada parte, por más minúscula del cuerpo. Yo que estoy enamorada de sentir, suelo odiar al mundo por la actitud que se forgan.
¿entonces que esperanzas tenemos con tal futuro incierto? Y es que si los artistas no comprenden que es sentir, nadie más intentará averiguarlo.
Y ahí todos estaremos perdidos.