4. Un mensaje de la realeza

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Con cada día transcurrido, Félix aprendía nuevos encantamientos, esforzándose cada día mas, intentando lograr su meta, llegar a ser el mejor mago conocido y salvar la magia de la perdición.

Era medio día, el sol estaba en el punto más alto y Félix se dispuso a ir al mercado a comprar alimentos para la comida. Se alistó, sacó unas monedas de su cajón y se encaminó al pueblo. Llegó a la entrada del pueblo, repasando por tercera vez la lista de ingredientes que tenía que comprar para la comida del día. Cuando, sin previo aviso, algo lo distrajo de sus pensamientos. 

Las personas estaban corriendo hacia el centro de la ciudad, los niños pequeños gritaban de felicidad "¡vamos! ¡corre!" gritaba una niña a su madre mientras corría. ¿Qué estaba sucediendo? se preguntaba el joven. Sin dudarlo por segunda ocasión, se encaminó a ver la fuente del escándalo.

Era un caballo de la realeza cabalgado por un guardia real. ¿La razón de tanta emoción? Tenía mucho tiempo que el Reino de Fior no mandaba caballeros al pueblo, en fin, era un pueblo pequeño y alejado. Félix se preguntó cual sería el motivo de una visita tan extravagante.

A pesar del entusiasmo de las personas, el caballero pareció importarle poco, parecía demasiado concentrado en su misión, pero ¿qué hacia en el pueblo de Barkesville? El caballero logró alejar a las personas y continuó su camino, dirigiéndose a la salida del centro. 

En esa dirección no hay nada, excepto...Su casa.

Fenrir.

Ese es el motivo de la visita real.

Félix olvidó por completo su tarea inicial y corrió de regresó a su casa, pero sin duda, el caballo era mucho más veloz que él. ¿Qué querría el Rey con Fenrir? La realeza y la magia habían perdido contacto hace mucho tiempo atrás, desde el momento en el que los magos decidieron proteger la magia y alejarse del reino.

Llegó en unos cuantos minutos a su choza y tenía razón, el caballo real estaba pastando junto a la casa y la puerta estaba abierta de par en par; Félix temió lo peor.

Félix se internó a la casa y descubrió una escena bastante inusual. El caballero estaba sentado en el sillón mientras su Maestro le servía té.

—¡Félix! ¡llegaste justo a tiempo!—Gritaba Fenrir mientras abría los brazos en forma de bienvenida.—Entra, y siéntate, te quiero presentar al caballero Okland—señalaba con el brazo al caballero.

—Mucho gusto joven—Okland se levantó del asiento y alzó la mano en forma de saludo.

—Mucho gusto señor.

—Veo que tienes un nuevo aprendiz, ¿no es cierto Maestro? —Preguntó Okland.

La historia entre ellos debería de relatar desde tiempo atrás, pensó Félix, al parecer, Okland conoció al viejo pupilo de Fenrir.

—Veo que lo has notado, pero ese no es el tema a tratar ¿Qué te trae en esta ocasión a estas tierras tan lejanas?—Comentó Fenrir al momento de sentarse en una silla junto a ellos.

—Me ha mandado el Rey, me ha ordenado contactarte a ti en concreto—Okland comentaba mientras depositaba el vaso a la mesa.—Tiene una nueva misión y quiere que tú la lleves acabo.

—¿Y qué quiere esta vez el gran Rey? ¿Acaso no tiene suficiente riqueza? ¿O necesita que derrote un dragón?—Fenrir denotaba enojo en la voz—¡Casi lo olvido! ya los asesinaron a todos.

—Entiendo a la perfección tu enojo contra el reino, y yo mismo lo resiento. Pero no tengo opción mi querido amigo, y me temo que tu tampoco.

—¿A qué te refieres?—Fenrir se incorporó en la silla.

—Todos los integrantes del consejo Real le han dicho que es una idea insensata, inclusive la Reina hace su mayor esfuerzo por conseguir que su esposo cambie de opinión, pero en tiempos de guerra las opciones se ven limitadas y la visión se nubla cuando tienes a tu cargo un reino entero.

—Llega al punto ¿quieres Okland?

Okland respiró hondo y añadió:

—Quiere que consigas el Libro de los Muertos.





El Joven Mago Y El Libro de los Muertos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora