3. La verdad

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—Muy bien, ¡lo lograste muchacho!—gritaba el maestro de alegría mientras abrazaba a Félix, por fin lo había logrado, había trasladado el agua del pozo a una cubeta, levantándola en el aire y haciéndola circular como un espejismo hasta depositarla en el recipiente.

—¡No puedo creerlo! ¡Lo hice!—Félix gritaba de emoción—Lo mejor de todo es que es un encantamiento de nivel 3, ¡no es tan sencillo y lo logré!

—Lo sé hijo, bien hecho—El maestro le dio unas palmadas en el hombro al joven.

—Ahora que conseguiste poner el agua en la cubeta, limpia las paredes de la casa, ya están algo sucias.

Félix detestaba tener que hacer la limpieza de la casa, pero de cierta manera, estaba acostumbrado a hacerlo, solo que detestaba la actitud de su maestro, ya que Fenrir se limitaba a encerrarse en la casa con sus libros mientras él tenía que hacer todo el trabajo.

—Si Maestro.—Se lograba notar el disgusto en su voz, pero Félix no iba a rechazar una orden de su propio maestro, la última vez que lo hizo, terminó convertido en ratón durante 2 días; prefería tener que limpiar la casa, en vez de terminar en el cuerpo de un roedor otra vez.

El Maestro entró a la pequeña casa y se encerró en su cuarto, tal y como había predicho Félix.

—Muy bien casa, te voy a limpiar—Félix se levantó las mangas de la camisa y tronó sus dedos.

Una idea había surcado su mente, pero era demasiado pronto, ¿qué tal si lo intentaba con magia?, no sonaba nada mal, pero era la primera vez que lograba recitar el hechizo de levitación sin error, y lo mantuvo por poco tiempo, ¿lograría levantar el agua y limpiar toda la casa?

La casa era pequeña y de una sola planta, no creía que implicara gran trabajo. Estaba decidido a intentarlo, en fin, con la práctica se llega a ser maestro, ¿no?

Félix se calmó y lentamente, cerrando los ojos, comenzó a recitar las palabras mágicas que le había enseñado su Maestro, tenía que concentrarse, imaginar en su mente la acción que quería lograr, tenía que visualizar el agua surcando los cielos como un pájaro.

El joven podía sentir la magia recorrer cada parte de su cuerpo, cada vena, cada milímetro de su piel, y todos sus pensamientos, sentía a la magia correr como un caballo salvaje mientras él intentaba domarlo.

Abrió los ojos, y no podía creer lo que veía, el agua estaba levantándose de la cubeta lentamente, quería soltar un grito de alegría, pero no podía desconcentrarse, ¡lo estaba haciendo!

Lentamente movió los dedos en dirección a la casa y el agua obedecía cada movimiento que hacía; respiró hondo y la lanzó contra el muro, el agua estalló al contacto con la piedra y bañó toda la pared.

¡Lo había logrado!, ahora solo tenía que limpiar las otras paredes; caminó hacia el pozo para poder sacar más agua, cerró los ojos y volvió a imaginarse el agua saliendo de el, al mismo tiempo, volvió a recitar el encantamiento.

Abrió los ojos y no sucedía nada, no había pasado nada, el agua seguía dentro del pozo.

Se acercó todavía más y comenzó a recitar las palabras mágicas como un rosario, el agua comienzo a moverse, pero seguía dentro del pozo.

Félix estaba desesperado por sacarla de ahí, tanto, que comenzó a gritar las palabras mágicas, justo en el momento en el que asomó la cabeza al pozo para ver el proceso, toda el agua salió disparada hacia los cielos, bañando a Félix de pies a cabeza.

Fue cuando, sonó la carcajada de Fenrir; su maestro se encontraba parado en la puerta de la casa observando lo que pasaba, los gritos habían llamado su atención y decidió posponer su lectura y salir a ver que sucedía.

El Joven Mago Y El Libro de los Muertos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora