CAPÍTULO 9

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*LAUREN POV*

Verla a los ojos me daba la tranquilidad que necesitaba para estar bien.

Otra vez me había calmado un ataque de nervios, uno de todos los que tuve en esas dos semanas que no la vi, no había vuelto a drogarme y era  difícil, más de  lo que creía. Por suerte Chris se la pasaba trabajando y yo podía casi agonizar tranquila de las ganas de poder consumir un poco de droga, pero pude, fueron dos semanas difíciles, realmente difíciles, pero estaba pudiendo con ello. Yo sabía que Camila estaría sola, porque a veces esperaba a que saliera de su casa en esos últimos días y solo veía a su madre a la misma hora subirse a su auto para dejar la casa. Agregando que la extrañaba demasiado, fui y otra vez me ayudó.

Me había prometido cambiar, por mi, por ella, por Chris. Pero en especial por esa niña que me hacia querer ser mejor. Sabía que con su ayuda iba a poder, sólo necesitaba asegurarme que no me alejaría de ella.

-Tengo que decirte algo. –Se giró para verme y me senté en el sillón. Hizo lo mismo.

-Dime. –dijo tomando un trozo de pizza.

-Llevo dos semanas limpia, quiero decir, no me drogué y… -No pude terminar cuando la tenía casi encima de mi.

-Me alegra, Laur. –soltó mi cuello y me miró. Sonreí.

-Quiero que me ayudes, Camz. –miré mis manos en mi regazo. –siento que seas pequeña aún y tengas que lidiar con esto y conmigo, pero te necesito.

-Lauren… -me llamó y levanté mi mirada para encontrarme con sus ojos color chocolate. –Claro que voy a ayudarte, no te preocupes. –se puso de rodillas en el sillón a mi lado y me abrazó. Rodeé su cintura y suspiré. –Y no soy pequeña. –besó mi mejilla.

-Si lo eres. –frunció el ceño saliéndose de mi regazo. –Eres una bebé.

-No soy bebé. – se cruzó de brazos viéndome y no pude evitar atraerla hacia mi. Hice que se sentara a horcajadas sobre mi regazo con amabas piernas  a mis costados y me abracé a su cintura. –Tu no eres grande, tampoco.

-Tengo diecinueve y tu dieciséis, por lo tanto eres la bebé aquí. –negó con el ceño fruncido y me reí en voz baja. –Eres mi bebé. –Una sonrisa se dibujo en su rostro y tomó mi rostro entre sus manos para luego dejar un dulce beso en mis labios. Cuando nos alejamos de la boca de la otra recordé algo más que debía decirle. –Esta semana estuve yendo al gimnasio y adivina quien va a pelear pronto. –entre cerró los ojos sin entender. –Voy a tener mi primera pelea como boxeadora, boba. –Abrió los ojos como platos.

-Oh, Dios, no. ¿Qué pasa si te golpean o algo? –habló algo alterada y me reí.

-Para algo se entrena. –salió de mi regazo y se sentó a mi lado viéndome. –¿Vas a estar?

-Lo prometo. –sonrió.

Cenamos la pizza mientras hablábamos de cosas sin mucha importancia, no dejaba de mirarla, no podía creer que estaba allí con ella, al final todo el esfuerzo y pasarla algo mal en las últimas semanas había válido la pena, porque ella estaba feliz, porque yo estaba bien y podía estar a su lado sin problema.

Cuando acabamos llevamos los platos a la cocina y mientras ella tiraba la caja y recogía los vasos yo lavé los platos. Cuando dejamos limpia la sala volvimos al sillón. Habíamos prendido la televisión, pero su vista estaba en mi hace varios minutos. Me giré y levanté una ceja viéndola. Sonrió sin dejar de verme.

-¿Qué tengo?

-Nada. –se acercó para besar mi mejilla, pero no la dejé alejarse, hice que se pusiera a horcajadas sobre mi  otra vez y me abracé a su cintura con una mano y la otra la puse en su mejilla acercándola a mi boca.

-Te he extrañado realmente. –dije.

-Yo… Yo también. – se abrazó a mi cuello y me besó.

Aprendía rápido, sonreí en el beso. Cada vez que nos besábamos lo hacia mejor, cada beso era mejor que el anterior.

Amaba la forma inocente, dulce y lenta que tenía de besarme.

Sus labios se movían lentamente sobre los míos.

Tracé su labio inferior con mi lengua suevemente para no cortar la manera lenta en la que nos estábamos besando, se alejó un poco y sonreí por lo inocente que era. Me miró y pude ver sus mejillas sonrojadas. –Abre tus labios. –susurré y me acerqué otra vez a ella. Hizo lo que le dije, abrió su boca dejando mi lengua entrar entre sus labios tocando levemente la suya, obtuve como respuesta algún que otro suspiro. Los besos lentos pasaron a ser un poco más profundos cuando yo no era la única que movía la lengua, ella en verdad aprendía rápido, terminó el beso chupando mi lengua, al principio me sorprendí, pero lo disfruté y se alejó dejándome con una sonrisa idiota. Abrí los ojos y vi que sus labios estaban hinchados y sus mejillas tenían un leve tono rosado.

-Besas increíble. –le dije antes de morder mi labio. El tono rosado aumentó en sus mejillas y se rió escondiendo su rostro en mi cuello.

-Tengo una buena profesora de besos.

-¿Ah si? ¿Cómo es ella? –pregunté en tono divertido y se incorporó para verme otra vez.

-Es sexy. –levanté las cejas. –Y hermosa. Besa bien y tiene los ojos más hermosos del mundo. –asentí y se mordió el labio. De un solo movimiento la puse boca arriba debajo de  mi, sobre el sillón, me puse entre sus piernas y le besé la nariz a lo que sonrió. Bajé a sus labios y la besé lentamente, luego dejé su boca para ir a su cuello y di besos húmedos en casa parte de el, gimió cuando chupé en su punto débil. Noté como se tensó  debajo de mi y me alejé para verla. Tenía los ojos cerrados y se mordía el labio, se veía tan jodidamente hermosa.

-Camz… -la llamé, pero no abrió los ojos y sin abrirlos me dijo:

-Lo siento, no quise. –Sus mejillas debían arderle. Me reí levemente.

-No debes sentir esas cosas, Camz. Mírame. –me miró por un momento y luego desvío la mirada a un costado.

-Es… lo siento estoy nerviosa, yo n-no. Nunca… -la callé de un beso.

-Tranquila, no haré nada, no voy a presionarte. –besé su mejilla. –Lo siento fui muy lejos.

-Lo arruiné. –susurró y me levanté de encima de ella, me paré del sillón.

-No, boba. Solo estábamos basándonos no lo arruinaste. –me acerqué a ella que se había puesto de pie y dejé un beso en sus labios. –Será mejor que me vaya, ya es tarde.

-No. No, Lo. –dijo rápidamente y me tomó de la mano. –Quédate.

-Pero tus padres…

-Por favor. –se puso frente a mi. Dudé un momento, pero asentí. –Gracias, bonita. –dejó un beso en mis labios y se fue escaleras arriba dejándome con la sonrisa más estúpida del mundo. –¿Vienes? –gritó desde la segunda planta.

Una vez que nos acostamos en su cama, ella con medio cuerpo sobre mi, nos cubrí con las mantas. Cuando me di cuenta ya estaba quedándose dormida. –¿Lo? –murmuró contra mi pecho.

-Dime, Camz. –pasé mis dedos por su cabello.

-No quiero que te alejes de mi, nunca. –se que estaba un poco dormida, pero sabía que ella había querido decirlo.

-Me importas demasiado, no podría estar lejos de ti. –susurré antes de besar su cabello.

-¿Lo prometes? –murmuró otra vez luego de un momento.

-Lo prometo, bebé.

When life hits you {Camren}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora