Día 100.

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¡Hola! dijo ella.

Ho-hola, tartamudeé yo.

¡Venga no seas tímido! le dijo a él.

Te presento a mi hermanito.

Enmudecí.

Ella nos obligó a darnos dos besos.

Joder, de nuevo en contacto con su piel.  

Me tensé al instante, parecía que no podía respirar.

¿Cómo podía provocar esto en mi?

Y, con fuerza, sentimientos que ya había olvidado, florecieron de mi interior.

Dejándome peor que nunca.





Adiós. © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora