Día 150.

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Paul se acercó a mí.

Y me levantó del suelo con delicadeza.

Sus manos agarraron mi rostro,

obligando a mis ojos coincidir con los suyos.

No llores, dijo al comprobar que una lágrima brotaba de mí.

Fue mucho tiempo, y lo comprendo, continuó, 

estrechándome entre sus brazos,

y dejándome su hombro para llorar en él.


Adiós. © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora