La chica del tren

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Todo el vagón se encontraba en penumbra y los pasajeros dormían plácidamente, todos menos aquella misteriosa joven que seguía ensimismada mirando aquella luna de marfil a través de la ventana de su compartimento. Llevaba horas ahí sentada, perdida en sus pensamientos y acompañada únicamente por la música de su mp3 que no dejaba de repetirse una y otra vez sin descanso. ¿Su destino? Ni si quiera ella lo sabía, había tomado el primer tren de la tarde sin interesarse si quiera por la dirección, mientras compraba el billete en la taquilla, su mente sólo gritaba una cosa: ¡Huye! Un grito ensordecedor que no menguó hasta que hubo suficientes kilómetros de por medio. ¿La razón? La oscuridad de su alma la había dominado por completo, sus pensamientos estaban desordenados, el caos reinaba en su mente, sin embargo aquella luna la observaba impasible desde lo alto como había hecho otras tantas noches a lo largo de su vida. Por alguna extraña razón se sentía atraída por su brillo ¿otra joven enamorada de la luna? No, ella la odiaba, la odiaba por ser testigo de tantas atrocidades y no ser capaz de detenerlas, por aportar luz allí donde en realidad se necesitaba oscuridad para no ver, para no temer...ahora comenzaba a recordar.

Era una tarde aparentemente tranquila. Alejada del bullicio de la ciudad, siguió la costumbre de colarse en el teatro abandonado "Circo de Luna". Allí se sentía única, sencilla y libre. Admiraba el escenario, hasta el último detalle. No era un sitio de grandes dimensiones, pero si quería gritar, podía hacerlo sin temor. Y aquella velada necesitaba desahogarse.

-¡AHHHH!-gritó a su público invisible.

Pero no todo en la oscuridad es vacío. Y lo aprendió rápido cuando se asustó al ver salir del pasillo de las butacas una sombra voluptuosa. Al principio no sabía de quien se trataba, pero luego el temor recorrió su cuerpo.

- ¡Déjame en paz! No quiero que me persigas. Fuera de aquí.

Esa sombra, que se acercaba cada vez más rápido, sonrió de una forma tan fría que congelaba.

- Sabes muy bien que tú eres la que se va a marchar. Te lo advertí la última vez que te vi, no vas a volver. Huye, rápido, lo más lejos que puedas. Porque si te vuelvo a encontrar, te prometo que te destruiré, a ti y a cuanto quieres.

*"Este relato es una cooperación con Dixie Berliot."




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