Los hielos crepitaban en su copa por cuarta vez aquella noche, era momento de pedir al camarero que la rellenase de whiskey y cola, sí, de nuevo. Hoy no era un día de fiesta sino todo lo contrario, hoy hacía un año que la había perdido y ¿por qué? Por no lograr entenderla, por ignorar todas las advertencias que indicaban claramente una ruptura dolorosa, ¡qué estúpido fue! Si tan sólo pudiese dar marcha atrás...pero ya era demasiado tarde para recuperarla. Había pasado demasiado tiempo desde que pudo escuchar su melódica risa, oler su dulce perfume, tocar su suave piel o besar sus finos labios por última vez, ya nada en su mundo importaba. Todo este tiempo había tratado de olvidar su amor pasando el tiempo entre las sábanas de otras o ahogándose en alcohol, pero nada daba resultado, ni si quiera esos primeros meses marcados por las drogas de los que casi no recordaba nada más que miseria y altibajos.
Las horas seguían pasando, mas su mente en vez de enturbiarse parecía volverse más lúcida a cada copa que ingería. Ya lo había decidido, no tenía nada que perder ni nadie a quien dar explicaciones, hoy sería su gran noche. Salió de aquel tugurio lleno de determinación para encaminarse hacia el callejón, ya comenzaba a amanecer cuando sacó su revólver de 9mm y despidiéndose de la imagen que tenía de ella en la pantalla del móvil, apuntó el arma contra su sien, sin embargo el destino parecía querer interponerse ante su descabellada decisión haciendo que su móvil comenzase a sonar, en la iluminada pantalla aparecía el nombre Cristina, su amor perdido. Aún con el arma presionando su cabeza, respondió a la llamada.
- ¿Cristina?
- Siento llamarte a estas horas pero llevo un tiempo pensándolo.- Mudo por la sorpresa, esperó a que ella siguiese hablando.- Debí decírtelo antes pero tenía mucho en lo que pensar, tenía miedo de tu respuesta...supongo que los dos cometimos errores que no supimos solucionar pero mentiría si dijese que en algún momento te dejé de querer y no sé cómo decirte esto pero...- Se hizo el silencio al otro lado del teléfono.
- Sigue hablando por favor.- Mis manos comenzaron a temblar, necesitaba saber qué quería decirme.
- Creo que sería mejor hablarlo en persona, es algo delicado.
- Si es así lo hablaremos más tranquilamente en persona pero sólo te pido que por ahora me lo digas, no creo poder aguantar así.- Ella respiró hondo y exhaló sonoramente.
- Me gustaría que lo volviésemos a intentar y, sobretodo, lo más importante, tienes un hijo de tres meses esperando a conocerte.- Por un instante todo se detuvo a mi alrededor, mis piernas perdieron la fuerza y las lágrimas comenzaron a brotar.- ¿Miguel? Miguel ¿sigues ahí? ¿Estás bien?
- Sí, dame un minuto, sólo estaba pensando en que hoy será el día en el que tomé la última copa.
- ¿Estás seguro de que estás bien? Dices cosas muy extrañas.
- Sí, gracias a ti, hoy es el mejor día de todos. Tengo ya ganas de volver a verte y conocer a nuestro pequeño bebé.
Qué vueltas da la vida cuando menos te lo esperas, qué decisiones más imprudentes tomamos cuando creemos que todo está perdido, sin embargo, olvidamos que siempre hay luz al final del túnel.
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