Dios mío,
tú eres mi luz y mi salvación;
¿de quién voy a tener miedo?
Tú eres quien protege mi vida;
¡nadie me infunde temor!
Cuando mis malvados enemigos
me atacan y amenazan con destruirme,
son ellos los que tropiezan,
son ellos los que caen.
Me puede atacar un ejército,
pero yo no siento miedo;
me pueden hacer la guerra,
pero yo mantengo la calma.
Dios mío,
sólo una cosa te pido,
sólo una cosa deseo:
déjame vivir en tu templo
todos los días de mi vida,
para contemplar tu hermosura
y buscarte en oración.
Cuando vengan tiempos difíciles,
tú me darás protección:
me esconderás en tu templo,
que es el lugar más seguro.
Tú me darás la victoria
sobre mis enemigos;
yo, por mi parte,
cantaré himnos en tu honor,
y ofreceré en tu templo
sacrificios de gratitud.
Dios mío, te estoy llamando:
¡escúchame!
Ten compasión de mí:
¡respóndeme!
Una voz interna me dice:
«¡Busca a Dios!»
Por eso te busco, Dios mío.
Yo estoy a tu servicio.
No te escondas de mí.
No me rechaces.
¡Tú eres mi ayuda!
Dios mío,
no me dejes solo;
no me abandones;
¡tú eres mi salvador!
Mis padres podrán abandonarme,
pero tú me adoptarás como hijo.
Dios mío,
por causa de mis enemigos
dime cómo quieres que viva
y llévame por el buen camino.
No dejes que mis enemigos
hagan conmigo lo que quieran.
Falsos testigos se levantan,
me acusan y me amenazan.
¡Pero yo sé que viviré
para disfrutar de tu bondad
junto con todo tu pueblo!
Por eso me armo de valor,
y me digo a mí mismo:
«Pon tu confianza en Dios.
¡Sí, pon tu confianza en él!»
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Prosas de un Mercenario
PoetryApenas era un niño cuando comencé en el arte de la guerra, mi deseo al principio era servir a mi rey pero con el tiempo termine convirtiendo en uno, muchos recordaran por siempre mi nombre, pero para mí eso nunca fue lo más importante; a pesar de mi...