Diez

2 0 0
                                    

Ni antes cuando era joven,
ni ahora que ya soy viejo,
he visto jamás gente honrada
viviendo en la miseria,
ni tampoco que sus hijos
andén pidiendo pan.
Cuando la gente honrada regala algo,
siempre lo hace con generosidad;
sus hijos son una bendición.

Así que aléjate de la maldad
y haz siempre lo bueno,
así te quedarás para siempre
en la tierra prometida.

Dios ama la justicia
y jamás abandonará a su pueblo.
¡Siempre lo protegerá!
Los suyos vivirán para siempre
en la tierra prometida,
pero los malvados y sus hijos
serán destruidos por completo.

Cuando los buenos hablan,
lo hacen siempre con sabiduría,
y siempre dicen lo que es justo.
Siempre tienen presentes
las enseñanzas de su Dios;
por eso jamás tienen tropiezos.

Los malvados espían a los buenos
para matarlos cuando menos lo esperan,
pero Dios no permite
que caigan en sus manos;
y si los llevan a juicio,
no permite que los condenen.

Pero tú, confía en Dios
y cumple su voluntad.
Él te pondrá muy en alto
y te dará la tierra prometida.
¡Ya verás con tus propios ojos
cuando los malvados sean destruidos!

A mí me ha tocado ver
a gente malvada y grosera,
que se extiende por todos lados
como si fuera un árbol frondoso.
Pero esa gente pronto pasa;
en un instante deja de existir;
cuando la buscas, ya no la encuentras.

Fíjate bien en la gente honrada,
observa a los que hacen lo bueno;
para esta gente de paz
hay un futuro brillante,
pero los pecadores
serán todos destruidos;
¡el único futuro de los malvados
es su total destrucción!

Dios salva a los buenos.
Cuando llegan los días malos,
Dios es su único refugio.
Dios les brinda su ayuda
y los salva de los malvados;
les da la victoria
porque en él confían.

H#tǃ


Prosas de un MercenarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora