Once

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Dios mío,

oye mis gritos,

escucha mi oración.

¡Ya no aguanto más!

Por eso te llamo

desde el último rincón del mundo.

Ponme sobre una gran piedra,

donde quede a salvo del peligro.

¡Tú eres mi protector!

¡Tú me defiendes del enemigo!

Quiero pasar toda mi vida

viviendo en tu santuario,

bajo tu protección.

Tú, Dios mío,

conoces mis promesas;

tú me entregaste mi parte

en la tierra que le diste

al pueblo que te adora.

Concédeme reinar mucho tiempo,

y vivir una larga vida;

que dure mi reinado una eternidad.

Déjame reinar para siempre;

¡protégeme con tu amor toda la vida!

Yo te prometo

que siempre te alabaré con himnos,

y que todos los días

te cumpliré mis promesas.



Prosas de un MercenarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora