Trece

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Dios mío,

aunque estoy lleno de canas,

no me abandones;

todavía quiero decirles

a los que aún no han nacido

que tú eres un Dios poderoso.

Eres incomparable,

pues has hecho grandes cosas;

tu justicia llega hasta el cielo.

Tú me hiciste pasar

por muchos aprietos y problemas,

pero volverás a darme vida:

¡de lo profundo de la tumba

volverás a levantarme!

Me darás mayor poder,

y volverás a consolarme.

Tú eres el Dios del universo,

tú eres un Dios fiel.

Por eso te cantaré himnos

con música de arpas

y de otros instrumentos de cuerda.

Te cantaré himnos

y gritaré de alegría

porque me salvaste la vida.

Todo el día hablaré

de tu poder para salvar,

pues los que buscaban hacerme daño

quedaron avergonzados por completo.



Prosas de un MercenarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora