Capítulo 5.- Cinco hijos

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   —Alex yo...—no sabía que decir hacia su pregunta, en algún momento o en  un sueño creyó haberla escuchado y el problema es que no supo que respondió. Seguro era alguien bien y no un comprador de chicas. Quería odiarlo pero no podía llegar a que ese sentimiento creciera.

   —Yo quiero que me quieras a mi. —Murmura antes de acercar sus labios a los de Luna. Cerró los ojos ante el roce que no pasó de eso ya que su cuerpo cae a un lado —no a él. —Luna se gira a verlo que yace con los ojos cerrados. Suponiendo que ese él, es Ryan, al que si quiere. No amaba pero había sabido como ganar su cariño.

No entendiendo el porque quiere eso pudiendo sólo tomarla a la fuerza, claro que un secuestrador no te roba con la intención de que lo ames.

Pero para Alex si era así, esperaba que alguien como ella se fijara en él.

Se acercó y le besó la mejilla, él abrió los ojos y sonrió pero después volvieron a cerrarse.

Observó a Alex, su respiración era lenta. Su rostro estaba relajado, tenía una sonrisa en el rostro, se veía tan inocente que tuvo la intención de ponerlo cómodo, pero después el odio se apoderó de ella y se fue a acostar al sofá.

Como si no fuera obvio a los poco minutos se levantó y volvió a observarlo, pudo haberla tomado a la fuerza pero no lo hizo, pero se había quedado dormido, no llegó a ninguna conclusión cuando ya estaba  quitando sus zapatos, desabrochó su camisa blanca que olía horriblemente a alcohol y se la quitó, también su cinturón y desabrochó su pantalón creyendo que no fuera posible que se le cayera por la noche.

Al fin y después de tanto esfuerzo con ese hombre tan pesado y eso que no era gordo. Que si lo fuera mejor se hubiese ido a dormir al sofá. «¿Y porque no lo hago?, no quiero».  Se pone el pijama y se acuesta a su lado tapándolos a ambos.

Después de una noche de revolución ya que ese hombre parecía loco moviéndose en la cama. Luna abrió los ojos para encontrarlo con su cabeza en sus piernas con sus manos abrazado de ellas.

   —Alex.

   —Déjame dormir Marie.

Enfadada Luna jaló sus piernas dejando que su cabeza cayera bruscamente y él maldiga.

Se encerró en el baño no pudiendo creer que estuviera llorando «pero ¿cómo puedo el infeliz confundirme después de todo lo que hice por él? Después de que casi abusa de mi».
Estaba tan enfadada porque la confundió, porque no pudo creer que ella lo ayudó.

   —Luna...

«¿Porqué mi nombre se tiene que escuchar así en sus labios?» simplemente la hacia temblar. No entendía que era lo que pretendía.
Empezó a tocar la puerta con brusquedad. Aunque a Luna se le hace raro ya que siempre entra sin avisar. Y sin esperar más su cuerpo se hace presente frente a Luna. Ella se quitó los anteojos para limpiar las lágrimas sintiendo que parecía más que estúpida. Alex se hincó frente a ella, pero Luna se levantó de la orilla del jacuzzi  para irse, él le tomó de las manos haciendo que se sentara nuevamente —. Perdón por lo de ayer, ¿te hice daño?

Sólo niega mientras cierra los ojos, pensó que se disculparía por lo del nombre pero era tan estúpido que no lo hizo.

   —¿Porqué lloras? —preguntó sin saber la razón por la que lloraba si había confirmado que no le había hecho daño.

LA PRISIÓN DE LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora