Capítulo 11.- Cursi

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   —No digas más Luna.

   —Ella se puso ebria un día y me llevó a la fuerza a casa de una amiga. Cuando llegamos no había amiga sino un amigo que me empezó a tocar, y abrazar. —Sollozó por unos minutos y por más que Alex le dijo que no siguiera, ella continuó —. Varios me habían hecho lo mismo antes  y ella nunca me defendía, decía que era ya una mujer y debía cumplirle a los hombres, pero ese hombre al darse cuenta de que mi madre se había desmayado por el alcohol abusó de mi. A veces odio tanto mi cuerpo por eso. Desde los diez mi cuerpo se desarrolló más rápido que el de otras niñas. Ese día lloré como nunca, le odié más de lo que a mi padre. Mi propia madre me dormía para llevarme con sus amigos. No sé si me vendía o no, simplemente despertaba desnuda y con dolores en mi cuerpo, me amenazó si le decía algo a alguien. Cuando murió iba a cumplir los quince en ese entonces ya había ocupado más mi cuerpo de lo que una niña a esa edad. Conocí a Joe al entrar a la preparatoria, el disfrutaba de las chicas como quería, les dejaba simplemente, entonces esa mañana en la que murió mamá yo le dije que ojalá se muriera porque hasta una perra era mejor madre que ella. Y pasó, desde entonces he andado así con chicos pero sólo los que me parecían. Mi padre nunca supo porque era igual que ella de mal padre.

   —No recuerdes más, no sigas atrapada en tu pasado. Yo te quiero Luna no te sigas atormentando que no tienes la culpa de nada.

   —Yo no creo poder quererte, yo no puedo... —Y así fue que su fascinante sueño la volvió a arrastrar a él.

Alex la abrazó hasta que se quedó dormido, había vivido una infancia tan mala que le daba miedo seguir haciéndole daño. Le habían arruinado la vida pero él deseaba ayudarla a que viera por su futuro y no diera un paso atrás.

Al día siguiente le llevó el desayuno a la cama y la despertó con un casto beso en los labios.

    —Buenos días muñeca.

    —Eres tan cursi Alex. —Dijo viendo la bandeja de comida y con ella una rosa con una nota que decía:

   Para la mujer más hermosa.
   Alex.

   —¿Te molesta?

   —Me da miedo.

   —Dejame quererte.

   —Hazlo, hasme sentir lo que es eso a lo que las personas llaman amor.

   —Sé mi novia. —Dijo mientras le daba la rosa y con ella una caja de terciopelo color negra.

   —¿Tu novia o esposa?

   —No es un anillo, aún.

Luna rió y abrió la caja, era una cadena con un colgante en forma de corazón. Miró el reverso que tenía dos palabras.

   Te quiero.

    —No es más bonito que tu luna pero te hará recordar y no olvidar que yo te quiero.

Luna vio el colgante de luna que le había regalado Ryan en su cumpleaños. Quería quitarlo pero le gustaba demasiado así que lo conservó y pidió a Alex que le pusiera el que él le estaba dando.
   —Me ha encantado.

   —Pensaba que no.

   —Tonterias, sólo que no estoy acostumbrada a esto.

   —Acostumbrate conmigo.

   —¿Seguro?

   —Nunca te faltará algo conmigo, empezando por amor. ¿Entonces si?
   —Sí. —Afirma y besa sus labios. Un beso en el que Alex hace su promesa de hacerla feliz con todo lo que tiene en sus manos.

LA PRISIÓN DE LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora