Capítulo 10. -No me dejes sola

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Alex y Luna subieron a su habitación y se echaron en la cama. Él le acariciaba el cabello y ella dibujaba en su lampiño pecho con los dedos.

   —Creí que me habías comprado para que fuera tu... ya sabes. —Hizo un ademán con la mano para que supiera de lo que hablaba. Sin embargo Alex quería no estar acertado y preguntó:
   —¿Mí qué?

   —Cuando un hombre compra a una mujer es porque la quiere de su puta personal. —Alex apretó la quijada, no la consideraba así, tal vez  hacia cuatro años si lo hizo pero nunca más volvió a pensar de ella de esa manera.

   —Nunca vuelvas a decir tal cosa, tu no te mereces eso. Tu cuerpo esta hecho para recibir satisfacción, no para cumplir. 

   —Me quité el rubio porque siempre me vieron como la rubia puta y tonta.

   —Como quisiera ver a cada uno de esos estúpidos con tales pensamientos y matarlos.

  —No importa, dos de esas palabras son ciertas. Soy rubia, bueno ahora castaña y fui una puta o soy.

   —¿Eso te consideras? —preguntó levantándose y mirando su rostro apoyó su codo para estar frente a ella. Su mirada estaba sobre el techo mirando un punto fijo. No quería admitir algo así pero era su difícil pasado.

   —Si me hubieses conocido a los quince...me odiarías.

   —Te conocí a esa edad. —Recordó.

   —Me la he pasado revolcándome con tantos. Me siento tan sucia por mi pasado, tengo tantos secretos que me están matando aunque fingía estar bien. Puedo reír y gritar de emoción por cualquier cosa, sin embargo estoy destruida por dentro, se aceptar mi destino y no sé si tu estabas en el, pero lo estás ahora y...

   —No me importa nada de tu pasado —tomó su mano y besó sus nudillos.

   —¿No te importa que muchas de las noches dormía con alguien diferente?

Aunque Alex estuviera explotando por saber todo eso aspiró hondo. «Nadie es perfecto» pensó. Y no podía juzgarla ya que el desde los catorce lleva una vida sexual muy activa.

   —Ahora sólo lo harás conmigo. No sigas torturandote con ello, todos nos equivocamos.

   —Yo me equivoqué más de lo que debía.

   —Eres hermosa Luna nunca más te vuelvas a sentir menos que un hombre, cuando alguien te diga que eres muy poco para alguien mandalos a la mierda porque todo hombre desearía tener a alguien como tú, entre ellos yo. —Besó su hombro y después pasó su nariz acariciando hasta llegar a su oído.

   —No entiendo que viste en mi.

   —Lo que todos ven pero no saben apreciar, pero la inocencia que llevabas aquel día en los ojos fue lo que más amé.

Los labios de Alex le rozaron el oído al decir esas palabras que sus bellos se erizaron.

   —Ya no llevo ni una pizca de ello. Dime en que momento me viste que no lo recuerdo.

Alex le miró a los ojos, y ella a él. Sonrió cortamente pero ella llevaba varias lágrimas en sus mejillas.

   —Si la llevas aún. No sé que pasó para que decidieras llevar esa vida pero no importa, yo también tomé malas decisiones y aún lo hago pero de eso se aprende.

Luna no creyendo que fuera cierto todo eso que estaba pasando, que Alex la tratara así después de que la había comprado. Estaba completamente segura de que era un sueño, que se estaba torturando. Muchos de los hombres sólo la envolvían y después de obtener sexo la dejaban, eso fue antes de Jaqueline, pensaba que Alex haría lo mismo. Entonces cerró sus ojos negándose y no los volvió a abrir ya que se había quedado profundamente dormida. Alex le observó y besó su cabeza, le quitó los anteojos. Estuvo un largo rato ahí admirándola hasta que se levantó para dejarla descansar pero un grito proveniente de la garganta de la chica lo hizo voltear.

LA PRISIÓN DE LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora