Papá llevaba dos meses de viaje cuando Mary vino a visitarnos una semana. Nos contó todo lo que estaba estudiando. Estuvo noches enteras contándome historias de criaturas extrañas junto a la chimenea. John no salió de la biblioteca durante esa semana, ni siquiera comía con nosotras. Según me dijo tras la partida de Mary, las historias que me contaba no eran cuentos de hadas y le repugnaba la idea de que su propia hermana se las tomara a broma.
- Anne, ¿no lo entiendes? Las historias son tan reales como las personas que viven en esta casa.
- John debes tranquilizarte. Le diré a madre que te prepare un té.
- No necesito nada, gracias. Vete y cierra la puerta al salir - dijo mirando al suelo.
Cuando me disponía a salir de la sala, me di la vuelta y cerré la puerta para poder gritar sin que madre ni la señora Johnson, la criada, pudieran oírme.
- John, estoy harta de tu nueva forma de ser, soy tu hermana por amor de dios. Llevo cuatro años esperando que mi hermano vuelva, esperando que las tardes de risas vuelvan... A quién quiero engañar... Perdona por haberte molestado. Hasta la cena.
Después de cerrar la puerta, fui corriendo a mi habitación, me tumbé sobre la cama y empecé a gritar.
- Señorita, ¿qué le ocure? - dijo Soffi, mi doncella, al entrar por la puerta.
- No es nada Soffi, no debes preocuparte. Avísame cuando la cena esté lista.
- De acuerdo señorita. ¿Quiere que la traiga un té?
Negué con la cabeza. Soffi dejó la ropa de cama que traía sobre la cómoda y cerró la puerta tras de si. Cerré los ojos y me quedé dormida. Desperté sobresaltada por una pesadilla. Miré alrededor de la habitación, estaba todo oscuro. Fuera llovía, parecía una tormenta fuerte. Cayó un rayo que iluminó mi habitación y entonces lo vi, sentado en el pequeño sillón de la esquina.
- John, me has asustado. ¿Qué haces ahí?
- He venido a disculparme por mi actitud de antes, pero estabas dormida, así que decidí esperar aquí.
- John, no hacía falta - dije sentándome sobre el borde de la cama.
- Anne...yo...lo siento, de verdad. Se que he cambiado, pero hay secretos en esta familia que te hacen madurar antes de tiempo.
- Vale, de acuerdo...te perdono. ¿Crees que podrás contarme esos secretos algún día?
- Puede que si...pero no lo se - dijo preocupado.
- Hazme un favor. Piénsalo para mi cumpleaños, ¿de acuerdo?
- Pero Anne, tu cumpleaños es dentro de una semana, ¿no podrías darme más margen de tiempo?
- No, es mi última oferta - dije riéndome.
Encendí una vela, me levanté y la dejé sobre el aparador.
- Me gustaría cambiarme para la cena. Señorito, ¿le importaría abandonar la estancia? - dije con una sonrisa.
- Por supuesto mi princesa - dijo haciendo una reverencia.
John salió de la habitación cerrando la puerta tras de si. Mi hermano estaba volviendo, y eso me alegraba más que mi propio cumpleaños.
- Buenos días señorita - dijo Soffi mientras entraba en mi habitación.
Me incorporé y me senté al borde de la cama. Arrastré mi cuerpo hasta el aparador y me lavé la cara.
- ¡Pero senorita! Mañana es su cumpleaños y en dos días será presentada en sociedad ¿Como puede tener usted tan mala cara? ¿No ha dormido bien?
- Tienes razón Soffi. Llevo días sin dormir, tengo pesadillas horribles.
- No se ofenda señorita, pero ¿qué tipo de pesadillas ha tenido?
- No puedo recordarlas muy bien, pero la pesadilla de esta noche era muy extraña. Estaba en el jardín de atrás jugando entre los pinos con John, pero apareció una sombra que nos separaba y que terminaba por asfixiarme.
- Señorita, eso es horrible. El señor Wickham vendrá hoy de su viaje, tal vez debería hablar con él.
- Ya veré Soffi - dije apartando la vista - prepara mi vestido de volantes, quiero estar arreglada para la llegada de padre.
- Por supuesto señorita.
Bajé al comedor a desayunar, y para mi sorpresa, John estaba allí. Tenía ganas de abrazarlo, pero madre no aprobaba que fuéramos tan cariñosos.
- Buenos días.
- Buenos días - dijeron todos al unísono.
John me miró y puso cara de preocupación al ver mis ojeras.
- No te preocupes - susurré.
Después del desayuno me retiré a la biblioteca. Me senté en la repisa de la ventana mirando la universidad de lejos. Pasé toda la tarde en la biblioteca, sola. Hacia las 8 de la noche se abrió la puerta de la biblioteca.
- ¡Padre! - dije mientras me lancé a sus brazos.
- Feliz cumpleaños Anne - dijo devolviendo el abrazo.
- Padre, mi cumpleaños es mañana - dije riendo.
- Lo se cariño, pero no podía esperar a ver tu cara de sorpresa al ver tu regalo.
Abrí el gran paquete que traía... Era un precioso vestido azul cielo para mi presentación en sociedad.
- Muchísimas gracias padre.
- Creo que aún queda un regalo dentro del paquete, mira bien anda.
Revolví bien la caja y allí estaba...mi primer libro sobre criaturas fantásticas y mitológicas.
- Ya es hora que aprendas cosas sobre tu familia - dijo mientras se acercaba a la puerta.
En ese momento no entendí a qué se referia, pero esperaba poder entenderlo después de mi cumpleaños.
Me desperté de madrugada bañada en sudor y con un fuerte dolor en el antebrazo. Encendí la vela que tenia sobre la mesilla...tenía un arañazo desde la muñeca hasta el codo. No paraba de sangrar. Salí de la habitación y corrí hasta la habitación de John.
- John, por favor ábreme. Necesito ayuda...por favor - dije mientras caía al suelo.
- ¡Anne! -John me cogió en brazos, me tumbó en la cama y comenzó a mirar la herida. Yo no paraba de quejarme, pero llegó un momento en el que perdí el conocimiento por el dolor. Desperté en mi cama sobre las 11. Oí ruidos en el comedor y decidí bajar. Era mi cumpleaños...