Paul volvió a la sala pasado un tiempo. Traía el desayuno.
- Tienes que comer algo Anne.
Dejó la bandeja con leche y pastas sobre una mesita al lado de la chimenea y volvió a irse. Cogí la taza con leche y algunas pastas para llenar mi estómago, pero realmente no tenía hambre...estaba preocupada por Paul. Entonces apareció de nuevo por la puerta y se sentó a mi lado.
- ¿Por qué saliste de casa tú sola?
- Estaba enfadada...John me dijo algo que dañó mis sentimientos y lo primero que se me pasó por la cabeza fue irme.
- ¿Puedo saber qué dijo?
- Simplemente dijo que no era de la familia...
Paul apartó la vista hacia la ventana y apretó los puños bajo la mesa. Me dejó de nuevo sola en la sala desayunando. Al momento me arrepentí de haberle contado lo ocurrido con John...realmente no le faltaba razón, yo no era de la familia y nunca lo sería. Por un momento dejé de pensar en lo ocurrido, miré hacia la ventana. Vi una ardilla roja andando por la nieve. Me encantaba la naturaleza y siempre había querido tener una mascota, pero al no ser miembro oficial de una familia...yo no debía proponer la adquisición de un animal doméstico que podría no gustarle a mis supuestos hermanos. El ama de llaves pasó a la sala para recoger la bandeja con una sonrisa. Cerró las puertas de la sala dejándone sola de nuevo. Empecé a pasear por la sala, mirando cada cuadro, cada estantería...cada rincón. Paul tenía libros de Platón sin traducción por lo que supuse que sabía griego antiguo. La sala estaba presidida por un gran cuadro sobre la chimenea donde estaban representados algunos miembros de la familia Hilddeston. Reconocí a los padres de Paul y a su abuelo, Paul era su viva imagen. Me fijé en que todos los familiares llevaban un amuleto parecido al que llevaba John antes de perderlo, pero nunca había visto a Paul con el amuleto colgado al cuello. Decidí salir de la sala en busca de Paul, era casi medio día y había desaparecido hacía mucho tiempo. Pregunté al ama de llaves, pero solo supo decirme que había salido después de dejarme a mi en la sala.
Los siguientes acontecimientos que me dispongo a narrar fueron presenciados únicamente por Soffi y ella me informó lo ocurrido días más tarde. Aun así, narraré este pasaje intentando asemejar mis palabras a las de Soffi.
El timbre de la casa Wickhan sonó varias veces y la persona que llamaba también optó por aporrear la puerta. Era Paul. Tras mi conversación con él, había decidido ir a plantar cara a John por su injusto comportamiento conmigo.
- Decir a John que baje ¡John, baja di te atreves!
John había visto llegar a Paul desde la ventana de mi habitación, donde había estado buena parte de la mañana lamentándose por lo ocurrido. Bajó las escaleras y comenzó la charla.
- Deja que me explique Paul, no era mi intención decirle tales palabras a Anne. De todos modos no eres quién para venir a defenderla a mi propia casa.
- Tienes razón, no soy nadie, pero quiero a Anne y si ella sufre, yo sufriré el doble.
John se acercó a Paul para intentar que se calmara, pero provocó el efecto contrario, pues Paul empujó a John tirándolo al suelo. Soffi, que era testigo de el enfrentamiento, estaba escondida bajo el hueco de la escalera.
- Paul, por favor, no seas infantil. Nos conocemos desde niños y nunca nos hemos llevado bien del todo, pero nuestras familias están bastante unidas, no quieras estropear nada.
Paul apretó los puños con fuerza, su respiración comenzó a acelerarse y su expresión se volvía oscura por momentos...
Paul se lanzó sobre John y comenzó a pegarle puñetazos. John se defendió con un empujón que hizo a Paul chocar contra la pared. John aprovechó la situación, agarró bien a Paul y comenzó a pegarle puñetazos en el estómago. La sangre empezó a brotar de la boca de Paul hasta que cayó al suelo rendido, escupió la sangre que tenía en la boca, se levantó y arremetió contra John. Tras un puñetazo en la sien...John cayó inconsciente al suelo.
Paul sacó a Soffi de debajo del hueco de la escalera. Las manos de Soffi temblaban y sus ojos estaban llenos de lágrimas.
- Lo siento Soffi.
Paul besó a Soffi en la frente y se fue de la casa después de lo ocurrido.
Paul regresó a casa, yo le esperaba sentada en la escalera deseando que apareciera por la puerta...pero no imaginaba que vendría manchado de sangre y con el ojo hinchado.
- No preguntes Anne...por favor te lo pido.
Asentí. Llevé a Paul a su habitación con ayuda del ama de llaves. El ama le quitó la camisa para ver las heridas...su torso era de ensueño aun con moratones. El ama de llaves nos dejó solos en la habitación. Paul había cerrado los ojos por el dolor...aproveché para besarle.
- ¡Ahhh!
- Perdona Paul, no quería hacerte daño.
- Tranquila, por tus besos sería capaz de aguantar el dolor de miles de puñaladas.
- Odio verte así Paul...
- Ha merecido la pena pequeña, no te preocupes más.
Paul me agarró de la mano y me acarició suavemente. Cogí un paño que mojé en la pila para limpiar la sangre de las heridas de Paul. Tenía el labio partido, pero aun así tenía ganas de besarle. Su torso pálido estaba adornado por algunos moratones que estarían seguramente causados por alguna costilla rota.
- Tal vez deberíamos llamar al médico, creo que tienes una costilla rota Paul.
Paul no respondió...en un principio pensé que dormía, pero al intentar despertarle no reaccionaba, su respiración disminuía y sus latidos también.
- ¡Ayuda!
El ama de llaves corrió hacia la habitación, entró y me encontró sollozando a los pies de la cama.
- Llame a un medico por favor....está inconsciente y casi no respira.
La expresión del ama de llaves cambió, el color de su cara se tornó blanco....
- En seguida señorita.
No paraba de zarandear el cuerpo de Paul sin obtener respuesta alguna. Acerqué mi oreja a su pecho para escuchar la respiración y su corazón...su respiración era entrecortada y los latidos de su corazón eran tenues y lentos.
- Señorita, soy el médico. Le recomiendo que salga de la habitación.
Me quedé en el pasillo andado inquieta de un lado a otro hasta que me senté a los píes de la puerta. Puse la oreja sobre la madera, pero no era capaz de oír nada, había un silencio mudo que me creaba en mi garganta un nudo. Oí entonces el pomo de la puerta, por lo que me levanté para recibir al doctor sin respiración a penas...falsa alarma...el doctor no salía. Se oía algo...gritos de dolor...los ojos se me llenaron de lágrimas al pensar que Paul estaba sufriendo. Por fin salió el médico de la habitación.
- ¿Qué ha pasado doctor?
- Parece que el señor se ha peleado, por consiguiente, tiene varias costillas rotas que le han provocado un derrame interno. La pérdida de sangre provocó que quedara inconsciente, pero ahora está despierto aunque le he recomendado descanso ante todo y que no haga movimientos bruscos.
Asentí mientras limpiaba las lágrimas de mis ojos. El ama acompañó al doctor a la puerta y mientras yo entré en la habitación, necesitaba ver que Paul estaba vivo, que no había pasado nada más aparte de la supuesta pelea. Cuando entré, Paul estaba con los ojos cerrados por lo que pensé que estaba dormido, pero realmente estaba esperando a que yo entrara.
- ¿Estabas preocupada?
Asentí mirando al suelo. Me acerqué a la cama y me puse de rodillas en el suelo para estar al lado de Paul.
- Lo siento pequeña, no quería hacerte sufrir de este modo.
Comencé a llorar desconsoladamente tapando mi rostro con ambas manos, pero Paul apartó mis manos y me besó. Sus besos eran como viajar a otro mundo, a otra época...estábamos solos, él y yo, en un mundo donde nada importaba, donde nada podía hacerte daño...un mundo de lo más ideal para mi.
- Anne...me gustaría que te quedaras a dormir conmigo...aquí.
- Nada me haría más feliz.
Apareció el ama de llaves por la puerta con una bandeja con la comida. Paul tomaría un caldo para no hacer demasiados esfuerzos.
- ¿Quieres que te dé de comer?
- Por favor - dijo Paul con una sonrisa.
Tras la comida, bajé a la sala donde había estado antes para buscar algún libro que leer a Paul. En las estanterías había libros sobre filosofía, anatomía, astronomía...pero no había ninguno que me gustara para leer. De nuevo entré en la habitación, pero Paul no estaba en la cama. Andé por el pasillo un buen rato en su busca, pero no le encontré. Decidí preguntar al ama de llaves y me acompañó a la última planta. Había una terraza completamente tapada con una cúpula acristalada con adornos y en medio de aquella terraza estaba John sentado en un sillón de colores pálidos.
- Me había asustado al no encontrarte en la cama.
- Me encanta subir aquí, me relaja. Puedes ver como cae la lluvia sin mojarte y color que tienen algunas vidrieras hacen los atardeceres únicos. Ven, siéntate.
Los sillones eran cómodos y estaban forrados de terciopelo, suave y calentito. No pude evitar quedarme dormida...incluso cambiando de aires....las pesadillas continuaban.
Desperté en la terraza, pero la cúpula de cristal había desaparecido. Me asomé y justo bajo la terraza estaba el mar chocando bruscamente contra la casa que había tornado en rocas. Oí pasos detrás, me giré y era Paul. Fui corriendo a abrazarle...pero paré en seco al darme cuenta que no era el verdadero Paul. De nuevo estaba al borde de la terraza, casi a punto de caer al mar...Paul me empujó.