Cuando me acerqué a la mesa, supuse que John ya les habría informado del pequeño incidente, pues nadie me miró el brazo. Todos comían en silencio. Me senté al lado de John, ya que padre había ocupado mi sitio de siempre al lado de madre.
- Feliz cumpleaños Anne – dijo madre levantando la vista del plato y abrazándome, una muestra de cariño muy extraña en ella.
- Feliz cumpleaños mi niña – dijo la señora Johnson mientras traía más mantequilla.
- Muchas gracias – dije fingiendo una sonrisa.
- Muchas felicidades cariño, te estás convirtiendo en una gran mujer – dijo papá mientras me pasaba un dedo por la mejilla.
- Gracias padre – dije ruborizándome.
- ¿Mujer? Anne es una niña pequeña todavía, creo recordar que sigue sin saber peinarse como dios manda. ¿Habéis visto que peinado tan horrible? – dijo John riéndose y apretando mi mano debajo de la mesa.
- Soy más madura que tú, John. Así que no sé de qué me hablas – dije sonriendo.
- Anda, feliz cumpleaños hermanita – dijo mientras ponía sobre la mesa mi regalo. – Tienes que llevarlo el día de la presentación, no me defraudes.
Abrí la pequeña cajita que había dejado John sobre la mesa. Era un collar precioso, simple y sencillo, como a mí me gustaban las cosas.
- No lo haré.
Ese día vino Mary para estar conmigo, pero no me dio tiempo a estar con ella, ya que nada más llegar padre y ella se encerraron en la biblioteca y no salieron hasta que llegó el carruaje de Mary que la llevaría al puerto.
- No te disgustes Anne, sabes que a Mary le habría encantado estar contigo, pero padre es así – dijo John al verme sentada sola en el pasillo.
- Me habría gustado estar con ella un rato, quería saber si le habían gustado los dibujos que le mandé.
- Seguro que sí.
Después de la cena, madre me dio su regalo. Me dio un paquete enorme en el que había un montón de lazos de seda de todos los colores para poder decorarme el pelo siempre que quisiera.
Estuve sentada en la sala de estar leyendo hasta que Soffi y la señora Johnson entraron y me sacaron de mi fantasía.
- Mi querida niña, parece que creces a cada segundo, no puedo olvidar el día que llegaste a esta casa, estabas tan delgada y sucia – dijo la señora Johnson riendo. – Y ahora, te has convertido en toda una mujer, guapa y con modales. Feliz cumpleaños mi niña.
Soffi me dio un pequeño paquete que contenía una hermosa tiara con flores hechas de plata y brillantes.
- Dios mío... ¿Por qué lo habéis hecho? Seguro que os ha costado el sueldo de todo un año – dije muy triste.
- Mi niña, te lo mereces. No se cumplen 16 años todos los días. Sonríe niña, que vas a estar preciosa con ella.
- Muchísimas gracias – dije con lágrimas en los ojos mientras las abrazaba.
- ¿Qué está pasando aquí? – dijo John desde la puerta.
- Nada, que me han regalado una tiara y me he emocionado – dije limpiando las lágrimas de mis ojos.
- Anda llorona, vete a dormir ya, que necesitas descansar.
Me retiré a mi habitación para dormir, o por lo menos intentarlo. Después de lo que le pasó a mi brazo la noche anterior, tenía miedo de quedarme dormida.
Estaba tumbada en la cama sin poder dormir, no paraba de pensar en lo que me podría pasar si me dormía, fu entonces cuando la puerta se abrió.
- John...me has asustado- dije con la cara pálida.
- He venido a cuidarte – dijo mientras dejaba la vela que llevaba sobre la cómoda.
- ¿Cuidarme?
- Sí, no quiero que pase lo que pasó la otra noche, así que me quedaré sentado en el sillón y cuando tengas una pesadilla te despertaré para que me cuentes todo.
- Pero...no me gusta que me observen mientras duermo y, además, te quedarás dormido, seguro – dije riendo.
- Me he tomado tres cafés, todavía estoy dudando si voy a poder dormir lo que me queda de vida – dijo riendo.
- Bueno, aun así, no me gusta que me miren mientras duermo.
- No notarás que estoy aquí, te lo prometo.
- Está bien...
Esa noche estaba demasiado cansada como para añadir argumentos en contra de que se quedara en mi habitación, aunque realmente me sentía más segura con él cerca. Me quedé dormida al instante, pero duró poco...
- ¡Anne, despierta ya! – dijo John zarandeándome.
- Ya, para, que estoy despierta – dije de mal humor.
- Cuéntame qué pasaba en el sueño.
- Pues estaba bailando con papá en el centro del salón, era mi presentación en sociedad y había mucha gente que conocía, pero ahora mismo sus caras son bastante borrosas.
- ¿Qué pasaba en el sueño Anne?
- Estaba bailando con papá, cuando las paredes se empezaron a oscurecer y la gente iba desapareciendo, incluido padre...me quedaba sola y algo oscuro y frío me cogía por las piernas.
- Déjame verte las piernas Anne – dijo mientras quitaba la manta.
- No.
- Soy tu hermano mayor, yo mando. Déjame verte las piernas un momento.
- Te dejo, pero echas una mirada y ya está.
- Que sí.
John retiró completamente la manta y la sábana... Tenía una marca en cada tobillo, una marca morada que tenía forma de mano.
- John... ¿Por qué me está pasando esto?
- No lo sé – dijo con cara de preocupación.
- Podríamos decírselo a padre, ¿no?
- Claro que no. Lo del sueño pasaba en tu presentación en sociedad, esperaremos a ese día, si pasa algo, se lo contaremos y si no pasa nada...también.
- Oye...ahora que estamos los dos despiertos, podrías contarme cosas de la familia como prometiste.
John me contó lo que ya suponía por mis pesadillas... Papá era cazador de demonios y cuando John terminara la universidad, él también lo sería.
- Tenemos que averiguar por qué te están haciendo daño esos demonios... - dijo John preocupado.
Después del sueño tenia miedo de ser presentada en sociedad, aparte de ser exhibida como un jamón delante de todas las familias y sus hijos en edad de casarse, también tenía que tener cuidado de las sombras...