* Todos los grandes santos han tenido mucha estima de la confesión frecuente. Santa Teresa de Jesús solía decir que las almas necesitan tener un buen « desaguadero » por la que se vayan todos sus pecados. Ese desaguadero es el Sacramento de la Penitencia.
* Se ha dicho en repetidas ocasiones que el milagro por excelencia del Santo Cura de Ars fue la conversión de los pecadores. Su confesionario estaba asediado a todas horas. Un testigo de su vida declaró en el proceso de canonización del santo: « En el fondo de impresionaban poco las curaciones milagrosas ». « ¡ El cuerpo es tan poca cosa ! - repetía -. Lo que de verdad le llenaba de gozo era la vuelta de los pecadores a Dios. »
* Hay un precepto de la Iglesia que nos manda a los cristianos confesar al menos una vez al año, pero no siempre se entiende bien este mandamiento. Una cosa es la obligación y otra muy distinta lo que conviene hacer si de verdad queremos que aumente nuestro amor a Dios. Tampoco hay obligación de besar a una madre, ni de saludar a las personas amigas, ni de alimentarse todos los días, pero cualquier persona normal lo hace. Por eso si queremos progresar en el amor a Dios debemos confesarnos a menudo y confesarnos bien.