Capitulo 6

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- Me basta mirarte para saber que tienes miedo —su voz ronca suena a mis espaldas. Un escalofrío me recorre sólo de imaginar su expresión hostil y dura.

Aprieto mis ojos un segundo en el momento que tomo una inspiración profunda antes de girarme para mirarlo. Esta recargado contra el auto; su espalda está ligeramente encorvada hacia adelante y sus manos están dentro de sus bolsillos delanteros.

-¿Te digo la verdad? Estoy muerta de miedo. Pero no quiero correr, si me lo preguntas. -digo. No estaba en el plan admitir que tenía miedo.

El silencio que le sigue a mis palabras me golpea aún más fuerte de lo que espero. Se, de antemano, que he sido una completa imbécil al admitirlo frente a él, pero esperaba que fuese capaz de dejar de ser tan malditamente frio y me explicara porque estamos frente a su casa.

- Todo lo bueno comienza con un poco de miedo, Delanie.

De pronto, avanza en mi dirección y se detiene a par de centímetros de mí.

Mi corazón da un vuelco furioso antes de comenzar a latir a una velocidad alarmante. Mis manos comienzan a temblar por la emoción, pero me concentro en mantener mi expresión serena.

Levanto mi vista de golpe en el instante que su mano se envuelve en mi muñeca; controlando el constante temblor.

- No tengas miedo, por favor. No lo...

- ¡Zulay! ¡Que sorpresa! -lo interrumpe una voz masculina.

Mi vista se dirige a un chico que camina en nuestra dirección sacudiendo la mano. Viste demasiado elegante; unos pantalones de vestir azul marino, una camisa de botones y un saco a juego del pantalón. Por un instante, supongo que saluda a alguien más; pero mira directamente a Harry.

- ¡Hey! ¡Bryron! - suena irritado.

Harry me mira unos instantes y dice: - ¿Puedes esperar aquí?

-Si... -trato de sonreír.

- No te muevas de aquí. -ordena pero hay un filo ansioso en sus palabras cuando se mueve y camina en dirección al chico rubio.

No se cuánto tiempo pasa antes de que Bryron y Harry se despidan. Mi vista esta fija en el pasto muerto. Mi mente, por primera vez, estaba en blanco.

Entonces, rebusca las llaves en su bolsillo trasero de sus vaqueros y queta el cerrojo.

A estas alturas, no sé que como debo reaccionar si su madre se encuentra dentro. Vértigo tengo de no sé qué hacer.

Pero entonces, cuando la puerta se abre, no emana ningún sonido de ella. Pero Harry no entra; se limita a mirarme. Hace un gesto con la cabeza indicándome que entre. Solo vacilo un poco, y entro.

La puerta se cierra una vez que ambos entramos, pero no he logrado moverme; ni mucho menos he logrado escuchar a alguien que viva aquí.

Las luces están apagadas, y lo único que ilumina es el ventanal que hay a mi derecha; una alfombra gris azulada decora el suelo, y los sillones son de piel; una pequeña mesa de madera está en el centro de la sala, y hay un mueble donde descansa una televisión, un par de floreros con las flores ya marchitas y una consola de videojuegos. Algunos cuadros de fotografías cuelgan de la pared Azul claro. No puedo evitar pensar el por qué el lugar tiene un toque de alegría y tristeza a la vez, una combinación de ambas.

Hubo algo dentro de mí, curiosidad tal vez, por sabes quienes eran las personas que aparecían en la fotografía que colgaba justo arriba de la televisión. Pero me obligue a desaparecer esa curiosidad mí.

- Debes de querer descansar ¿no? -

- Voy a volver al instituto. - mi voz suena inestable.

Su ceño se frunce y clava sus ojos en mí. El silencio que le sigue a mis palabras es tirante y tenso. El rostro de Harry es de ira y enojo, una máscara de ambas emociones juntas.

- ¡Tú no vas a ir a ningún jodido lado! - espeta con brusquedad. - ¡por el amor de dios, Delanie! ¡Té matara si vuelves a ese lugar!

- ¡No puedo simplemente irme y desaparecer del instituto! - mí voz suena ronca y pastosa, pero el pánico se filtra. - ¡ni siquiera te conozco! ¡No puedo...!

- ¡No me importa! - me interrumpe-, ¡no permitiré que algo te pase! ¡Entiéndelo, estoy tratando de salvar tu vida!

La vergüenza invade mi cuerpo, pero le sostengo la mirada. Su mandíbula se aprieta con fuerza, y su mirada es hielo. A penas puedo soportar las ganas que tengo de gritar y llorar.

- ¿por qué? - digo, en un susurro.

Entonces, se acerca y hace exactamente lo mismo que hace unos momentos, su mano se envuelve en mi muñeca; controlando el temblor.

- Se que estas asustada y te has obligado a ocultarlo. Sé que estas confundida; ahora sé que tienes miedo y espero que no sea de mí. Aunque debes saber que quiero cuidarte, protegerte de todo.

Algo dentro de mí se presiona, nadie antes en la vida ha tratado de cuidarme; nadie antes se preocupada por mí, ni siquiera mi propio padre fue capaz de hacerlo cuando mama murió. Nadie en este mundo con millones de habitantes ha querido cuidarme, siempre he sido yo la que se cuida a sí misma. Siempre he sido yo la que se consuela en los momentos difíciles, siempre he sido yo la que huye de sus miedos y los oculta, siempre he sido yo...

Miro fijamente a sus ojos y un nudo se instala en mi garganta. No puedo entender por qué está haciendo esto.

- ¿Por qué? - repito, pero mi voz suena inestable y las lágrimas inundan mis ojos.

- Porque...-lo piensa unos instantes-. Porque yo alguna vez necesite lo mismo, y me hubiese encantado que alguien estuviera ahí. Pero nadie lo hizo.

La presión en mi pecho se intensifica y, entonces, no puedo reprimir las lágrimas. Me siento patética llorando frente a alguien, me prometí que nunca más lloraría en público; que siempre lo haría en el momento que nadie me observara. Teniendo el presentimiento de que si alguien me observara llorar, sabría lo cuan débil soy realmente.

Una parte de mí, se repite una y otra vez que es un chico amable y dulce; pero otra me advierte que no confié, que es mejor el miedo y la desconfianza. Que es mejor desconfiar que confiar. Que, a pesar de las palabras que ha dicho, puede ser solo una máscara.

«¿Es que tengo miedo de que no pueda controlar los sentimientos encontrados?»

Si temes que el miedo aparezca, es porque hubo una vez que el miedo nos hizo daño; incluso dos. Y cuando llega la tercera, cuando en teoría te tirara, lo que ocurre es que nada paso; nada me te derribo, nada hizo añicos la poca valentía que quedaba.

Asi que; no tengo algo a que temerle al chico que cubrió mis ojos. Porque quizás -solo quizás-, él también le tema al miedo y se obligue a ocultarlo.

El miedo es ese tren que no es que espere, si no que atropella; pero es dirigido por alguien por quien por el que te abrías tirado a las vías una y otra vez. De la misma manera que el amor. Aunque se, de antemano, que hay que ser valiente para querer enamorarte de alguien; aun sabiendo que todo puede desaparecer, tal y como hacen las nubes. Entonces, cuando las nubes desapareces, dejan ver el cielo azul todo estará de maravilla; y cuando las nubes se unen formando una sola, con ese aspecto gris y azul, prepara tus agallas y tu corazón, la tormenta te dejara triste y jodido.

Y,cuando las luces se apagan y tu mente no te contradiga mas, tu cuerpo sigue vivo; pero tu alma ha muerto.




FIRE (h.s). [TEMPORALMENTE CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora