1- El Cautiverio

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—Linda, ya sabes lo que tienes que hacer—me miraba con esa cara repugnante que tanto odiaba, detestaba que me dijera linda, no saben cuanto lo odiaba—Mis socios deben estar muy gustosos, no quiero que esos infelices dejen de invertir en mis negocios.
—Pero...dijiste que hoy sería mi día libre—sonrió cínicamente, ¡aagg! Cuanto lo odiaba.
—Mira Linda, los negocios así son, nunca se sabe cuando llega una buena inversión, y tú eres mi mina de oro, ellos te a claman. Deberías estar orgullosa de ello.

Se levantó, y saludo al patán que llegaba con una gran y estúpida sonrisa.
Era un tipo que para cualquier mujer debería ser atractivo, pero yo los conocía, sabía bien que eran unos enfermos.
—Mira Josue, ella es Linda, mi mejor chica, ¿a poco no es una hermosura?
—Wow, pensé que exagerabas. Es una belleza esta señorita.
—Saluda Linda, recuerda tus modales.
—Hola—dije con una sonrisa falsa y amargura.
—Huy, tiene un carácter de miedo. Espero que demuestres tenerlo cuando estemos solos—se soltaron riendo a carcajadas. Los odiaba, no saben cuanto.

No quiero hablar sobre esa noche con el cerdo. Todos eran iguales, todos me golpeaban, todos hacían lo mismo, se sentían los hombres más poderosos, pero la verdad, es que daban lástima, en serio, demasiada.

Cada día era lo mismo, la misma basura de vida. Pero que estúpida, eso no era vida. Era una esclava sexual de todos los hombres que hicieran una inversión con el cerdo gordo. ¿Ya les dije cuánto los odio?

Un día común, llega un nuevo inversor, era diferente. Para ser sincera, demasiado. Esté tenía un peculiar no sé qué, que lo hacía parecer un hombre de confianza. Bueno, yo sabía perfectamente que no debía confiar en nadie, y no pensaba hacerlo.
Era alto, no tenía un gran cuerpo, pero tenía unos ojos lindos, muy profundos. Eran los ojos más oscuros que había visto.

Todo era normal, me llevó a la habitación, y me quité el vestido, sólo que el dijo que no lo hiciera. Me quede estática. Pensé, un nuevo estilo de cerdo, pero creo me equivoqué.

Dijo que quería hablar, ¡¿Hablar?!, ¡¿Lo pueden creer?!. Qué tonto.
—Oye Linda, ¿te gusta esta vida?
—¿Vida? Já, ¿así le llaman ahora?
—Em, está bien, que estúpido. ¿Cómo terminaste aquí?
—Mira, terminemos esto de una vez, no me gusta andar con rodeos.
—Hey, tranquila. No me interesa eso, sólo quiero hablar un poco contigo.
—¿Por qué? ¿Esto es un nuevo juego de pervertidos, verdad?
—Oye no, en serio. ¿Cómo terminaste aquí?
—Agg. Me salí de casa, no me gustaba mi familia, ya sabes, era difícil. Él me ofreció trabajo, y bueno, tenía 17 años, era una estúpida, sólo quería dinero para irme lejos de todo. Y acepte sin saber a que me metía. Me trato bien unos días, después me obligó a meterme con los hombres. Sino, lastimaria... a alguien de mí familia.
Es un infeliz. ¿Feliz?—lo miré con desprecio, odiaba hablar sobre eso, dolía mucho.
—¿Qué harías si hay una oportunidad de cambiar tu... esclavitud?
—¿Qué oportunidad?, ¿Comprarme? Já, que gran oportunidad—dije con desprecio.
Se acercó a mí, y me dijo al oído— Matalo y serás libre—Sonreí, la idea me encantaba.

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