Capitulo 2

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Capítulo 2

La mañana siguiente no pretendía salir a correr, mi plan era ejercitarme en el gimnasio de mi apartamento pero los deseos de saber si Christine cumpliría con la cita me animaron a levantarme y salir a prisa del edificio. Pero antes busqué a Alessandro para intentar disculparme por mi comportamiento de la noche anterior.

-Buenos días viejo.-dije entrando en su pequeña cabina.

-Buenos días Nathan. ¿Te sientes mejor?

-Perdóname, te doy mi palabra que no volveré a faltarte el respeto de ninguna manera.-me acerqué apenado con la mirada clavada en el suelo producto de la vergüenza.

-Primero deja de faltártelo a ti mismo. Ve a ejercitarte muchacho.-puso ambas manos en mis mejillas y luego me abrazó levemente.

Sonreí y como todas las mañanas de mi antigua vida monótona fui a correr con la esperanza de ver su rostro una vez más. Nunca antes una mujer me había enloquecido con tan sólo verla, jamás una dama como ella había llegado a mi alma con tan sólo un roce.

Con mis audífonos llenando mis oídos de música trotaba, lanzando miradas despreocupadas hacia los arbustos. Pero no necesité inspeccionar más dado que su gigantesco amigo me derribó.

-Hola Nathan.-la delicada voz me hizo palidecer y provocó que las palabras se escondieran de mi boca.-Sam déjalo.-añadió mientras alejaba al can de mi cuerpo.

-Buenos días Chirstine.-dije sin aire.-Veo que empiezo agradarle al menos no intentó comerme.

No respondió nada, me observaba fijamente delineando una sonrisa con sus labios color rosa. Jugaba con la correa entre sus manos y movía sus pies de un lado a otro.

-¿Tu novio vino contigo?-interrogué. Inexplicablemente me estaba volviendo un experto en decir estupideces.

-No, tiene turno de doce horas así que va de cinco a cinco.-respondió con una enorme sonrisa.

Yo no pude disimular mi molestia, fruncí mis cejas, presione la mandíbula tensando los músculos de mi cara.

-Estoy jugando bobo-añadió alejándose de mi al tiempo que me invitaba a seguirla.- ¿Quieres desayunar?-preguntó llevando sus manos al estómago torciendo sus ojos hasta quedar completamente bizca y para completar su juego sacó su lengua de forma divertida.

No pude evitar reír con ganas al verla así entonces la escuché reír fuerte, parecíamos dos tontos riéndose de nada.

-Vamos conozco un buen lugar.-dijo entre risas.

En mi mente planificaba el horario para llegar justo a tiempo a la oficina. No importaba ser el dueño, yo debía dar el ejemplo y esa mañana no sería la excepción, caminamos tal vez casi quince minutos.

-¿Y cuéntame Nathan qué haces?

-Soy abogado, ¿y tú?

-Pintora-dijo con su acostumbrada sonrisa.-Y trabajo con mi padre, es dentista y yo soy una especie de asistente.

-¿Has expuesto alguna obra?

-Una sola vez en Washington, hace algún tiempo. ¿Tu familia vive en la ciudad?

-No tengo y no quisiera tocar ese tema.-dije con sequedad. Noté como empezó nuevamente a jugar con la correa de Sam-¿Tienes hermanos?-pregunté tratando de calmar sus nervios.

-Hagamos un trato, no te contaré nada más de mi familia mientras tú no me cuentes nada de la tuya. ¿Hecho?-extendió su pequeña y blanca mano hacia mí mientras me dedicaba una cálida sonrisa.

Recuerdos de un Mañana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora