#MartesDeEGP
Bienvenidas todas a esta historia, espero les guste y gracias por la oportunidad.
Diez segundos.
La presión en el pecho.
La gente mirando a los movimientos.
A un punto de ganar.
La cosa era simple, si el capitán del equipo lograba burlar la barrera humana que había hecho el equipo contrario la victoria seria nuestra. Sus pies levantaban césped a medida que corría con el palillo y la pelota dentro, puedo notar una gota de sudor bajar por su frente deslizándose por su mejilla, sus fosas nasales se contraen y expanden a medida que pasa el tiempo sin detenerse, lo hace tan rápido que creo por unos segundos que su corazón se desprenderá de su caja torácica.
Cuando quedan cinco segundos en el tablero toda la gente se calla, algunos se levantan y es cuando mi respiración se contrae, mi pecho se ha contraído y todo pasa en cámara lenta, puedo escuchar el latido de mi corazón, la gente a mi alrededor parece dejar de existir y no hay nada más importante que no despegar mi vista del número 17 que corre en dirección a la portería.
Cuatro segundos...
Sus pies parecen cobrar vida propia, veo como hasta las porristas han dejado de chillar para solo disfrutar el partido.
Dos segundos...
Un segundo...
Cierro los ojos esperando a lo que pueda pasar, cierro los ojos deseando de todo corazón que nuestro equipo ganara.
Comienzo a abrir los ojos lentamente y es cuando los gritos me ensordecen, la gente chilla y salta de sus asientos, algunos van más allá y se lanzan a la cancha a felicitar a los jugadores, es todo un mar de gente por allá abajo.
— ¿Viste eso Keels? —me pregunta, Mégane, mi mejor amiga efusiva. Se encuentra con el rostro pintado de amarillo y azul, los colores del equipo, tiene una camiseta y un dedo de espuma. Definitivamente está interesada en parecer tener el espíritu escolar intacto —, ¡fue un puto touchdown!
Abro la boca para señalarle que se ha equivocado de deporte, pero opto por callarme, incluso si le doy clases a Mégane de Lacrosse y las muchas diferencias que posee con el futbol americano, su cerebro con suerte me escuchará 27 segundos para luego volver a concentrarse en como los jugadores y la gente en general celebra.
—Iré a la cancha a felicitar a los chicos, ¿vienes? —me pregunta, aunque suena más a una orden, ni siquiera me deja responder cuando ya me ha tirado para bajar las gradas de a zancadas en dirección al campo.
Al llegar al último escalón tiro de mi mano zafándome de su agarre haciendo que su cuerpo se gire y quede enfrente de mí. Casi no la reconocería viéndola tan pintada, sin embargo sus ojos azules son característicos de ella.
—Iré al baño primero...—comienzo a lo que ella frunce el ceño de inmediato.
—Pero Keels...—hace un puchero y sus hombros caen de manera brusca —, Jane ya está en el campo.
—Adelántate, de verdad tengo que hacer pis —muevo mis piernas fingiendo no aguantar mi vejiga a lo que ella rueda los ojos y chistea.
—Eres peor que mi abuela —golpeo su brazo luciendo ofendida.
Definitivamente no me parezco a la gruñona, tosca, calva y malhumorada abuela de Mégane que posee una verruga por nariz.
—Bien, bien, anda, te espero con los chicos —toca su brazo haciendo una mueca de dolor fingiendo que el golpe que le di casi ocasiona que pierda el brazo.
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El gay perfecto.
Teen Fiction❝Tú, tú eres tú y yo, yo soy yo, ¿seamos novios?❞ Si de desastres hablamos, Keels Riddle encabeza la lista. Orgullosa, terca, problemática, amante de las fiestas y de las travesuras, logra sacar de sus casillas a cualquier persona. Andrew Temblay no...