Capítulo T R E S

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Por alguna razón el primer día nunca era pesado, no era más que presentarse en las clases según el orden del horario, reconocer a los nuevos maestros y enfrentarse a los miles de comentario de "eh es tu último año, ¿qué planeas hacer?"

Carajo, apenas sé que vine hoy, no tengo ni la menor idea de si terminare esto.

Megáne tira de mi para avanzar hasta el comedor, por un segundo quiero soltarme de su agarre y evitar el comedor por al menos lo que me queda de escuela, pero por un lado sé que es imposible, que entrar a la cafetería era algo de debía hacer en algún momento, sin embargo esperaba que por lo menos me dieran un día como descanso para prepararme a todo lo que pasara.

Sé que apenas entre, decenas de ojos llegaran justo a mí, al menos los de ultimo año si notaran que Keels Riddle ha vuelto. Miro por encima de hombro por si tengo alguna manera de esquivar el camino, pero no puedo, una porque Jane viene atrás junto a Connor y Noah y dos: porque hay una parte de mi sabe que no puede seguir siendo tan cobarde, que tiene que entrar y así por lo que queda del año, la rutina que nunca había querido volver a tener.

Las puertas son extremadamente grandes por lo que puedo entrar y las decenas de mesas con estudiantes llegan a mi campo de visión de inmediato, el comedor es desastrosamente grande, sin contar las mesas que existen al aire libre; esas son mis favoritas, lástima que hay reparaciones. Megáne me va empujando ligeramente hasta llegar a la fila para pedir mi almuerzo, no hay una fila excesivamente grande, por lo que en segundos me paro frente la cocinera.

— ¿Keels? —la mujer tras el mesón me mira levantando su mascarilla, noto sus cafés apagados y con ojeras visibles—, niña, mira que diferente estas.

—Oh Lucy —la miro y sonrió con efusividad, aquella mujer de más de 50 años ha sido la mujer que me ha dado comida durante años aquí en la escuela, es un dulce, se siente lindo ver que no se ha ido —, cuanto tiempo, sigues igual de hermosa.

—Oh Riddle, tu siempre tan tú —ella sonríe y desliza la comida hasta mis manos —, es bueno verte aquí de nuevo, anda ve a comer, ya tendremos tiempo de conversar.

Yo solo sonrío esperando a Megáne y a los demás para ir a sentarnos juntos, Noah ha tomado una mesa del fondo a lo que me escabullo con la cabeza baja en su dirección, por lo usual aquí cada grupo tenía su mesa preferida, la antigua mía, era donde estaban los jugadores de Lacrosse; a la entrada, tres meses unidas llena de deportistas ruidosos y una que otra chica amiga del equipo, era divertido porque siempre nos pasábamos hablando y riéndonos casi que ni probaba bocado, Chris Parteer, era el bufón de todos, lástima que el año pasado se graduó, era uno de los mejores, no he sabido de él en meses, espero que donde esté sea el puto amo.

Los jugadores de Lacrosse que conozco me han mirado disimuladamente para luego comenzar a cotillear entre ellos, una que otra porrista que reconozco de las diversas fiestas que organizaba me han sonreído ligeramente, nunca había vistos sonrisas tan tensas, ni siquiera las sonrisas han llegado a sus ojos, opto por sonreír también y concentrarme en solo comer.

—Este año planeo dar la prueba para ser porristas, ¿qué piensan? —el comentario de Megáne hace que Jane casi bote todo el líquido que ha ingerido en el día.

Noah suelta una carcajada dedicándole unas palmaditas en su espalda.

—Vaya Jane, ni que haya decido matar a alguien —le dice Noah mientras sigue golpeándole la espalda.

Suelto una carcajada pequeña concentrándome en tomar mi jugo en caja con la bombilla alzándome mis ojos hacia Jane.

—No si lo encuentro bien, te vendría bien tener eso en tus postulaciones para las universidades —Megáne rueda los ojos frustada. Jane es la que trata de arreglarlos la vida a ambas —, pero la única vez que te veo haciendo algo de ejercicio es cuando las Donnas en Timbar's están en ofertas.

El gay perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora