Día dos... por la noche

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   Otro día más que se fue; segundo día y había sido un desastre, por fortuna no había sido más que una ligera torcedura lo de su pie, fue el cierre prefecto para una noche de desastres.

   Álvaro se disculpo por tener que hacer algunas cosas en cuanto ella le dijo que se encontraba bien y la acompañó hasta tomar un taxi. En cierta forma lo gradeció, así se evitaría el incomodo y probablemente silencioso regreso.

   Debían ser las cuatro de la mañana en Turquía. Él dormía, ¿solo?, probablemente no. De pronto se sintió muy triste. El nudo en la garganta seguía ahí.

   Algunos años antes, no lograba entender como una mujer podía sentirse perdida cuando terminaba una relación. Ahora entendía que, no es que esas chicas a las que juzgó tan cruelmente fueran dependientes de sus parejas, ellas sabían que saldrían adelante eventualmente; pero vuelves a un periodo de reconocimiento personal, se trata de redescubrir quién eres ahora sin esa persona, porque ya no puedes ser quien eras antes, simplemente las cosas cambian. Ahora todo su futuro debía ser replanteado mientras trataba de soportar el presente y sobreponerse al pasado, porque borrarlo de su memoria, sería imposible.

   De nuevo había olvidado lo importante, tenía que sacar la basura, definitivamente ya no podía acumular una semana más de desperdicios.

   Al fin había quitado la pared del recuerdo, pero no se había deshecho de nada, ¿ya era tiempo? Lo pensó un largo rato, las fotos las tenía en digital, podía verlas de nuevo si así lo necesitaba alguna vez; mientras tanto permanecerían en la nube de su cuenta de correo electrónico. Pero las envolturas del primer dulce que compartieron, la servilleta con fecha de la primera cena al que él la llevó, las entradas de esa primera película donde había sido también su primer beso. Creyó que esas serían reliquias valiosas con el paso de los años. Se había imaginado la escena donde le mostraba todo de nuevo y él se enternecía, porque si ella era capaz de volver un tesoro a cosas tan insignificantes, era señal de que era capaza de volver una vida a su lado como lo más valioso del universo.

   Con lágrimas en los ojos, una a una, cada cosa insignificante terminó en la basura, ya no podía volver atrás, ya no podía pensar que algún día lo volvería a ver y entonces salvar todo eso habría valido la pena. Hacerlo sólo prolongaría esos sentimientos de espera, ya había esperado suficiente. Tuvo que luchar con esa sensación de arrepentimiento futuro.

   Ya estaba en pijamas, el basurero del edificio estaba en el primer piso, llevaba dos pesadas y olorosas bolsas negras. Se supone que sería una tarea rápida, abrir la tapa, echar las bolsas e irse a dormir. Hubiera sido así, de no ser porque Álvaro estaba ahí también.

   Evelyn sonrió, trató de parecer lo más normal posible, hasta que una de las bolsas se rompió y dejó caer todo su contenido.

   Soltó una maldición y empezó a recoger todo. Desafortunadamente había sido la bolsa de los recuerdos, que en definitiva tenía más peso del que había imaginado.

   Como era de esperarse, Álvaro la ayudo con el desastre.

   -En esta te ves muy bien, ¿segura que vas tirar todo esto?- le mostró una de las primeras fotos que se habían hecho juntos.

   -Sólo pon todo en esta otra bolsa, muchas gracias- dijo un tanto áspera sin darse cuenta.

   '¡No!', grito para sus adentros, 'no quiero tirar nada pero si no lo hago...', algunas lagrimas mojaron sus mejillas. Por suerte estaba suficientemente oscuro para ocultarlas.

   Álvaro se marchó. Evelyn espero hasta estar segura de que ya no lo encontraría y se fue a su cama.

   Una noche más en vela, afortunadamente mañana sería viernes y la semana habría acabado. 

   Habría logrado sobrevivir cinco días.



TRES DÍAS... y me olvidaré de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora